Dios. ¿Qué haces cuando el hombre al que amas te pide algo? Dices que sí. Cuatro veces. ¿Qué haces cuando un santo te quiere? Le quieres con toda tu alma. ¿Qué haces cuando el pecado te tienta? Caes. |
Dios. ¿Qué haces cuando el hombre al que amas te pide algo? Dices que sí. Cuatro veces. ¿Qué haces cuando un santo te quiere? Le quieres con toda tu alma. ¿Qué haces cuando el pecado te tienta? Caes. |
Es un hombre acostumbrado a salirse con la suya, así que mi decisión no debe de resultarle fácil. Tener el poder que tiene él y ejercerlo con cautela porque respeta mis deseos de independencia significa mucho.
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Él es un depredador y yo soy su presa más dispuesta.
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—Sí, seguro. —Se pone a juguetear con un rizo cerca de mi oreja. Su voz baja una octava—. Yo no seré ningún santo, pero tú, Rachel… —Deja la frase a medias como si tratase de dar con las palabras. —Tampoco. —Me echo a reír—. Soy una pecadora —le aseguro. Esbozo una sonrisita de suficiencia y, en broma, le doy en el hombro con la base del pulgar—. Y tú eres mi Pecado. |
—Pero no me conocías en absoluto. ¿Creías que merecía que jugases conmigo? Me veías como los demás, y yo fui sincero contigo en todo momento. Bajo la vista mientras me vuelven a asaltar los remordimientos. —Me daba miedo que fuera verdad. Si te cansas de mí y quieres algo nuevo… u otro cuarteto…, no habrá fuerza en la Tierra que haga que te vuelvas a fijar en mí. |
—Tómame —murmuro. —Eso haré. —Úsame. Haz lo que quieras conmigo. —No —me regaña—. Lo que se usa, se tira, y yo no me voy a cansar de ti nunca. |
Soy humana, imperfecta, optimista, fuerte, débil, independiente y tengo miedo; pero seguro que estoy más enamorada de él que todas ellas. Estoy orgullosa de ser quien soy. Estoy orgullosa de donde estoy. |
Tengo un gemido atrapado en la garganta. Una necesidad dentro de mí. Un amor, en mi interior, tan recóndito que puede que él no descubra nunca lo mucho, lo muchísimo, que he llegado a quererlo.
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—Sé que eres una chica de palabras, pero él es más de hechos. Y está haciendo cosas para acercarse a ti. A lo mejor deberías declararte.
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He llorado tanto que ni siquiera tengo que intentarlo. Es la clase de llanto en que las lágrimas salen solas. Sin avisar. Sin esfuerzo. Salen y punto. Lloro al pensar que no volveré a estar con él. Y lloro porque sé que he hecho daño a un hombre guapísimo, ambicioso, inteligente, generoso y cariñoso. Acercaba la mejilla a su corazón para escucharlo. Ahora está encerrado tras las puertas de hierro y los muros de tres metros que yo misma he construido.
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¿Cuántas novelas hay en la serie Harry Potter?