Pecado 2: Por cada pecado hay un pecador de Katy Evans
—Sí, seguro. —Se pone a juguetear con un rizo cerca de mi oreja. Su voz baja una octava—. Yo no seré ningún santo, pero tú, Rachel… —Deja la frase a medias como si tratase de dar con las palabras. —Tampoco. —Me echo a reír—. Soy una pecadora —le aseguro. Esbozo una sonrisita de suficiencia y, en broma, le doy en el hombro con la base del pulgar—. Y tú eres mi Pecado. |