Pecado 2: Por cada pecado hay un pecador de Katy Evans
—Pero no me conocías en absoluto. ¿Creías que merecía que jugases conmigo? Me veías como los demás, y yo fui sincero contigo en todo momento. Bajo la vista mientras me vuelven a asaltar los remordimientos. —Me daba miedo que fuera verdad. Si te cansas de mí y quieres algo nuevo… u otro cuarteto…, no habrá fuerza en la Tierra que haga que te vuelvas a fijar en mí. |