"Para no acabar haciendo el necio, prefiero no empezar haciendo el listo"
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"Para no acabar haciendo el necio, prefiero no empezar haciendo el listo"
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La risa mata el miedo, y sin el miedo no hay lugar para Dios.
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Era como si toda la creación me hablara de ella, y deseaba, sí, volver a verla, pero también estaba dispuesto a aceptar la idea de no volver a verla jamás, y de no unirme más a ella, siempre y cuando pudiese sentir el gozo que me invadía aquella mañana, y tenerla siempre cerca aunque estuviese, por toda la eternidad lejos de mí. (...) Y, sin embargo, en medio de tanta dicha, sentía una especie de dolor, en medio de todos aquellos fantasmas de una presencia, la penosa marca de su ausencia.
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Hasta entonces había creído que todo libro hablaba de las cosas, humanas o divinas, que están fuera de los libros. De pronto comprendí que a menudo los libros hablan de libros, o sea que es casi como si hablasen entre sí. A la luz de esa reflexión, la biblioteca me pareció aún más inquietante.
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-¿Cómo? ¿Para saber qué dice un libro debéis leer otros? -A veces es así. Los libros suelen hablar de otros libros. A menudo un libro inofensivo es como una simiente, que al florecer dará un libro peligroso, o viceversa, es el fruto dulce de una raíz amarga. |
En el principio era el Verbo y el Verbo era en Dios, y el Verbo era Dios. Esto era en el principio, en Dios, y el monje fiel debería repetir cada día con salmodiante humildad ese acontecimiento inmutable cuya verdad es la única que puede afirmarse con certeza incontrovertible.
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"Sin bibliotecas, ¿que nos quedaría?; no tendríamos pasado ni futuro." "No puedes aprender a escribir en una universidad. Es un lugar muy malo para los escritores porque los profesores siempre piensan que saben más que uno, y no es cierto. Ray Bradbury. |
"Busque en todas las cosas el descanso, y en ninguna lo encontré, excepto en un lugar solitario en compañía de un libro."
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La biblioteca se defiende sola, insondable como la verdad que en ella habita, engañosa como la mentira que custodia.
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Tal es la magia de las lenguas humanas, que a menudo, en virtud de un acuerdo entre los hombres, con sonidos iguales significan cosas diferentes. Frase extraída del libro "El nombre de la rosa" |
¿Para qué viajan Fray Guillermo y Adso a la abadía benedictina?