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«Hacía veinticuatro años que nos dejábamos vivir. Habíamos contado con el tiempo para poner en orden los asuntos de la casa. Había pasado tiempo roernos como un ejército de ratas. Éramos de un desorden de las almas, de la sangre. Curarnos, no podríamos; tampoco lo queríamos. Ya no sabíamos querer ser libres; éramos soñadores, viciosos, personas que sueñan con la felicidad y que una verdadera felicidad aplastaría más que nada». El anhelo de una vida tranquila vibra en la voz de Françou, la protagonista que nos transmite esta historia familiar, rebosante en melancolía, amor, desamor, deseo y pérdida. La deslealtad y la aspiración de cambio desembocan en un enfrentamiento físico que resulta en la muerte del tío Jérôme. La tragedia desencadena otra y la novela despliega la memoria y los recuerdos opresivos de Françou. Su narración va tornándose más introspectiva y nos deja sin aliento. Leer a Marguerite Duras es vivir un trance, una experiencia que te toma desde su lenguaje poético y devastador. Su prosa es bellísima y fluida y nos llega desde la traducción de lujo de Alejandra Pizarnik. «La vida tranquila» es encontrarnos con paisajes rurales y playeros que ocultan sentimientos dolorosos, una oscuridad de recelos, odio y relaciones familiares rotas. Este ambiente sórdido nos interna en una mirada intensa del amor, la inestabilidad de los deseos ambivalentes, el incesto, el desamor, la pérdida, la soledad y la muerte. La introspección en búsqueda de una vida tranquila, del encuentro con la propia identidad, un deseo casi imposible. Enlace: https://www.instagram.com/le.. + Leer más |
El amor secreto entre una adolescente de quince años y un adinerado comerciante chino de venintiséis, en los tiempos coloniales de la Indochina francesa. Una joven, bella pero pobre, que no es otra que la propia Marguerite Duras, también relata las apasionadas y tensas relaciones que desgarraron a su familia y que grabaron prematuramente en su rostro los implacables surcos de la madurez.
Nadie permanecerá inmune a la pasión y el erotismo que emanan de esta obra, en la que los protagonistas quedan atrapados en su propio deseo.
El amante es considerada un clásico, obtuvo el Premio Goncourt en 1984, fue llevada al cine en 1992 por Jean-Jacques Annaud y consagró a Marguerite Duras como una de las escritoras fundamentales de la literatura contemporánea.