La dama de las camelias

Así como la tan solicitada vida de esas mujeres hace ruido,, su muerte no hace tanto

Alguien que se arrepiente de una carta que escribió ayer, que se irá mañana si usted no lo perdona, desearía saber a qué hora podrá ir a depositar su arrepentimiento a sus pies. ¿Cuándo podrá encontrarla sola? Ya sabe usted que las confesiones deben hacerse sin testigos.

Alguien que se arrepiente de una carta que escribió ayer, que se irá mañana si usted no lo perdona, desearía saber a qué hora podrá ir a depositar su arrepentimiento a sus pies. ¿Cuándo podrá encontrarla sola?
Ya sabe usted que las confesiones deben hacerse sin testigos.

No hay absolución sin penitencia.

Nunca jamás sospeché que en un rayo de sol hubiese tanta alegría, dulzura y consuelo.

Es verdad que hay incidentes de un minuto que hacen más en nuestro corazón que el curso de un año.

¡Qué dulce es dejarse persuadir por una voz amada!

Al lado de la vida ideal está la vida material, y las decisiones más castas son amarradas a la tierra por hilos ridículos, pero de hierro, que no pueden romperse con facilidad.

[...] se habló de ella durante tres días, espacio de tiempo asombroso en una ciudad inmensa donde nadie piensa más que en la satisfacción de las pasiones refinadas y en renovar sin cesar las fiestas que jamás llegan a saciar.

Cuando la existencia ha contraído un hábito, como el de aquel amor, parece imposible que dicho hábito pueda cortarse sin romper al mismo tiempo todos los demás resortes de la vida.