En las entrevistas que concedió Mahmud Darwish, nunca dejó de denunciar la tierra desposeída y el pueblo agredido, pero también de dar voz a la esperanza para seguir sosteniéndose. Etiquetado como “poeta de la resistencia”, él prefería autodefinirse como “poeta troyano”, pensaba que su poesía era palestina y también universal y se sentía ante todo poeta y ser humano. Escribía observando desde los márgenes, sintiendo desde su centro, dando testimonio y respiro desde la “tierra del verbo” y aspiraba a revitalizar la poética palestina. Humilde, iluminador, estimulante, clarividente, necesario. Sus poemas y su pensamiento calan bien adentro. Comparto su misma esperanza: que pare este horror genocida, que Palestina se escriba viva, en paz y libre. “Que nuestro mañana esté con nosotros y también nuestro pasado. Que nuestro hoy esté presente en el banquete de este día, preparado para la fiesta de la mariposa.” |