Voz

"Los monstruos no nacen. Se hacen, poquito a poquito, miembro a miembro, son creaciones artificiales de hombres locos que, como el equivocado Frankenstein, siempre creen que lo saben todo".

Los dos hacen muy buena pareja, ambos tan rotundos en sus ideas de la vuelta a un tiempo anterior, una época en la que los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres, y gloria gloria aleluya, joder, las cosas eran mucho más fáciles entonces, cuando todos sabíamos cuál era nuestro hogar

Muchas veces quise echarle la culpa, pero no pude. Los monstruos no nacen. Se hacen, poquito a poquito, miembro a miembro, son creaciones artificiales de hombres locos que, como el equivocado Frankestein, siempre creen que lo saben todo.

Patrick mira el contador y ve que otros tres números han desaparecido. Noto la presión de cada uno de ellos en mi pulso, con un tamborileo ominoso.
—Ya basta, Jean —dice.
Los chicos intercambian miradas preocupadas, esa preocupación que procede de saber lo que ocurre si el contador sobrepasa los tres dígitos. Uno, cero, cero. Entonces es cuando digo mis dos últimas palabras del lunes. A mi hija. Ese «buenas noches» susurrado apenas se me ha escapado cuando los ojos de Patrick se clavan en los míos, suplicantes.

No los odio. Me digo a mí misma que no los odio.
Pero a veces sí.
Odio que los machos de mi familia le digan a Sonia lo guapa que es. Odio que sean los que la consuelan, cuando se cae de la bicicleta, que se inventen historias para contarle sobre princesas y sirenas. Odio tener que mirar y escuchar.
Me cuesta una barbaridad recordar que no han sido ellos los que me han hecho esto.
Joder.

Lo único que hace falta para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada.

Muchas veces quise echarle la culpa, pero no pude. Los monstruos no nacen. Se hacen, poquito a poquito, miembro a miembro, son creaciones artificiales de hombres locos que, como el equivocado Frankestein, siempre creen que lo saben todo.

Los monstruos no nacen. Se hacen, poquito a poquito, miembro a miembro, son creaciones artificiales de hombres locos que, como el equivocado Frankenstein, siempre creen que lo saben todo.

Últimamente, todo parece ser una elección entre grados de odio.

Piensa en lo que necesitas hacer para seguir libre.