El poder de las tinieblas

-El sufrimiento no lo justifica todo, Bird -dijo Ángel en voz baja-. Así que ha sufrido, ya ves tú. Que se ponga a la cola como el resto de la gente, los simples mortales. Sufrir no es justificación, y tú lo sabes. La cuestión es comprender que los demás también sufren, y algunos más de lo que uno llegará a sufrir nunca. Y si puedes hacer algo para remediarlo, lo haces, y lo haces sin gimotear y sin airear tu propia cruz para que todos la vean. Lo haces porque es lo correcto.

Todas estas imágenes, todos éstos recuerdos, cómo los eslabones forjados de una cadena, se adentran en la oscuridad. Debería apartarlos de mí, pero no es tan fácil negar el pasado. Las cosas que no llegamos a decir, todas, a la postre, vuelven para atormentarnos.
Ya que este es el mundo, y el eco de los mundos.

Y sin embargo, aunque los años la habían transformado, la estaban cambiando incluso en ese instante, no habían conseguido mermar su belleza.

Ahora bien, ciertos dones son peores que maldiciones, y el lado siniestro de este don es que ellos lo saben; las almas perdidas, las rezagadas, aquellos que no deberían habernos sido arrebatados pero lo han sido, los inocentes, los fantasmas atormentados y en pugna, las filas de muertos, cada vez más numerosas. Todos ellos lo saben. Y vienen.