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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
12 February 2024
Estamos en los días previos a las navidades, y en Gorston Hall, la casa de los Lee, se preparan para celebrarlo con más gente de la que esperaban (y les gustaría). A los habitantes habituales de la casa (el patriarca, Simeon Lee, su hijo Alfred y la esposa de este, Lydia) se suman Harry (el hijo pródigo), David (el hijo que culpa al padre de la muerte de su madre) con su esposa Hilda, George (el hijo que va para político) y su esposa Magadalene, Pilar (la nieta del jefe del clan que viene directamente desde España) y un tal Stephen, que llega de África del Sur y decide dejarse caer por la casa como un personaje del pasado del cabeza de familia. Veréis que Agatha Christie lo prepara todo concienzudamente, así que tenemos tropecientos personajes en una casa donde van a pasar juntos las navidades. ¿Qué nos falta? ¡El crimen, of course! Porque hay un asesinato, obviamente, y en Nochebuena, que para eso es un libro navideño. El fallecido es, como no podía ser menos, el que ha juntado a toda esta gente con el único fin de liarla parda... Simeon Lee es un viejo decrépito más malo que la quina que tiene lo que se merece, pero al fin y al cabo es un asesinato y estaría mal no resolverlo, así que Poirot, que no se pierde una invitación y está pasando las navidades con un amigo policía a cargo de esa zona, se ve envuelto en la investigación.

Agatha presenta un misterio de habitación cerrada de manual. El asesinato tiene lugar en una estancia cerrada con llave, las ventanas están o cerradas o abiertas con apenas una rendija, no existe ningún tipo de acceso posible a través de la pared exterior y no aparece el arma del crimen, lo que además descarta el suicidio. Tenemos al menos nueve sospechosos contando a los familiares y allegados de la víctima que estaban cenando esa Nochebuena en la casa, a los que además hay que sumar al personal que trabaja en la casa, algunos con un pasado sospechoso. Como móviles del crimen podríamos decir que el fallecido era un auténtico hijo de la Gran Bretaña y con eso sería suficiente, pero es que además escondía unos diamantes sin tallar en su caja fuerte y esos diamantes, que parecen simples pedruscos, han desaparecido. Las coartadas no coinciden, hay resquemor y odio para dar y tomar, unos dicen la verdad, otros pretenden estar diciendo la verdad, otros directamente mienten y luego están los que, como quien no quiere la cosa, solo por lo buena gente que son, se acercan a Poirot para contarle esa cosa inocente e ingenua que, vaya por Dios, intenta poner al belga sobre la pista de alguien en concreto. Nada nuevo en la viña de Poirot que él no sepa discernir con sus células grises.

Detalles a destacar. Uno es las varias alusiones que se hacen a un caso anterior protagonizado por Poirot, Tragedia en tres actos, sobre el que además no solo se dice (varias veces a falta de una) el método usado para los asesinatos, ¡sino que desvelan el nombre del asesino! Si a la Christie no le importó hacer spoilers a lo grande a mí tampoco debería importarme, pero vamos, que supongo que daba por hecho que quien leyese Navidades trágicas ya habría leído Tragedia en tres actos porque si no, no se entiende (o le dio igual, que para el caso es lo mismo). El otro detalle. Ya he comentado en más de una ocasión los comentarios prejuiciosos que Agatha ponía en boca de sus estirados protagonistas cuando se hablaba sobre extranjeros, y en Navidades trágicas otorga este privilegio a los españoles: somos todos morenos de ojos negros sin excepción (y a mí que llevan toda la vida tomándome por guiri), las mujeres somos unas orgullosas, nos irritamos con facilidad y además somos unas frescas que no sabemos guardar las formas ante un hombre y por último, pero no menos importante, los españoles resolvemos nuestras disputas pegándonos y, si nos descuidamos, vamos todos con la navaja en las manos... bueno, lo que digo siempre, donde algunos lectores ven comentarios sesgados o racistas de la autora realmente hay denuncia y crítica sobre la intolerancia y los prejuicios de cierto sector social británico, y tampoco creo que haya cambiado mucho el asunto, la verdad. Por otro lado, se dice varias veces que España está inmersa en la Guerra Civil, así que la ambientación temporal de la historia no tiene pérdida.

Navidades trágicas ha sido relectura y recordaba a la persona culpable (lo que supone un plus a la hora de ir descubriendo las miguitas de pan de la autora), pero lo leí hace tantos años que no tenía ningún detalle concreto en la cabeza. Por eso, con la relectura y el refresco de la trama le pondría un par de pegas a Agatha Christie si pudiera hablar con ella, pero como no puedo tomar el té en su compañía (por desgracia) y tampoco es algo que creo que tenga mayor importancia si no eres (también por desgracia) una tiquismiquis como yo, correré un tupido velo. Es una lectura navideña, es de misterio, es de Agatha, es un imprescindible en su bibliografía y lo he leído cuando tocaba leerlo, así que todo bien y a por el siguiente, que sería Diez negritos/Y no quedó ninguno si no estuviese ya reseñado en el blog desde antes de comenzar el reto (podéis leer la reseña aquí, que además en aquella época todavía estaba comprometida con la causa y os hablaba de las adaptaciones cinematográficas/televisivas). Total, que volveré con Un triste ciprés, y prometo espaciar un poco las reseñas de este reto en 2023 (que será, por cierto, el año del regreso del matrimonio Beresford y de miss Marple, esta última además por partida doble... que no solo de Poirot vive el fan Agathiano).


Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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