—No es fácil ser mujer y estar sola —le explico Violet—. Nadie lo espera, aunque somos muchas. Somos las «mujeres sobrantes». No debería resultar sorprendente ver a una mujer pasear por el campo o tomarse un té en un pub.
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—No es fácil ser mujer y estar sola —le explico Violet—. Nadie lo espera, aunque somos muchas. Somos las «mujeres sobrantes». No debería resultar sorprendente ver a una mujer pasear por el campo o tomarse un té en un pub.
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Tal vez sea difícil de entender si no se tienen hijos. La necesidad biológica del padre es proteger al hijo y, cuando eso es imposible, se percibe como un fracaso, sean cuáles sean las circunstancias. Es complicado tener que vivir con ello el resto de tu vida.
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¿Sabe, señorita Speedwell?, coser puede ser muy terapéutico cuando se ha sufrido un trauma. Los colores vivos y la repetición de simples puntadas tenían un efecto calmante en los hombres. El hecho de crear una cosa hermosa hacía maravillas con sus nervios. Me quedé muy satisfecha con los resultados.
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La vida se reducía entonces a una hilera de puntadas azules que formaban una larga trenza que recorría la tela de cáñamo o un estallido rojo que se convertía en una flor.
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La sombra de duda que le recorrió el rostro hizo sospechar a Violet que no era así, y lo sintió por ella. «La incertidumbre de una solterona —pensó—. Siempre está ahí, subrayando todo lo que hacemos».
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Cada perdida hundió a Violet en un pozo oscuro, un vacío que se abrió en su interior y ante el cual se sintió indefensa, sumida en la desesperación. Su hermano se había ido, su prometido se había ido, Dios se había ido. El agujero tardó mucho tiempo en cerrarse, si es que llego a cerrarse realmente.
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¿Quién escribió «Agnes Grey»?