Aquello que mordisquea mis zapatos

El ser humano, con sus mecanismos retorcidos e intrincados, siempre ha causado una fascinación macabra. Vivimos en un duelo sempiterno, enfrentados a nosotros mismos, siendo nuestro peor enemigo, pasando seguidamente al horror incomprensible de las teratologías... El peor terror que logra surgir limpio y cristalino, es el de nuestra propia psique. Y es cuando estos terrores internos salen a la luz, que nacen estas historias...

Athman M. Charles nos introduce en unos cuentos crudos y ásperos, firmes y directos, sin exageraciones o linduras, que exigen al lector sumergirse en ellos, llevándolo a vivir de primera mano dichas evocaciones. Relatos cortos algunos, de no más de una página y otros algo más extensos, pero en todos logra transmitirle al lector un mensaje, nunca agradable, y es que sus historias se acercan demasiado al lado oscuro que todos intentamos esconder. Tal vez por ese motivo sentimos un frío helado leyéndolos, nos molesta, nos irrita que un autor haya sabido hallar nuestra cara b.

Sabremos de la pasión de un taxidermista cuando logra que unos ojos sin vida brillen con la luz de la muerte. Alambres sujetando lo que antes lograban mantener de pie unos tendones… ¿Qué hacer cuando caminar es la única opción que te queda para no dejar de existir?... El hombre alto, aquel de la leyenda, abandona el bosque, tiene hambre… La venganza de los antiguos, el dolor extremo, larga vida al dios deforme Shub-Niggurath. Hermoso homenaje al gran maestro Lovecraft.

¿Verdad que ya voy atrapándote, amigo lector? Nuestro autor sabe que el relato corto ha sido siempre, históricamente, el medio más eficaz canalizando los horrores más abyectos que puede imaginar la mente humana. Sus maravillosas palabras, en menos de cien páginas, son capaces de mostrarnos cómo el elemento sobrenatural invade paulatinamente la realidad cotidiana sin que nada pueda hacerse para evitarlo. En sus cortos más realistas supo usar su escritura advirtiéndonos que las personas que amamos son las primeras que nos harán daño, las primeras de las que debemos desconfiar, las más peligrosas, incluyéndonos a nosotros mismos…

Un cuerpo despellejándose vivo, repleto de llagas, una tormenta que lo reclama… ¿Te atreverías a columpiar a un niño de cuyos ojos brotan lágrimas negras? Un mensaje de horror que toca el tema de la religión… En el siguiente relato nos alerta del peligro de adentrarse en la zona de los bosques donde ya no llega ningún hombre… ¿Puede convertirse el sueño de alguien en una explosión atómica? …y llegaremos al que da título a la antología, “Aquel que mordisquea mis zapatos”. Caminar despacio por un camino de barro, mientras dientes pequeños mordisquean…

También habrá cortos apocalípticos, hay uno buenísimo de un bebé de dientes aserrados… Leeremos una historia dónde una soga se balancea ante la última función… O un asesino encerrado esperando volver a salir para saborear de nuevo la carne… Muertos regresando al lugar que les corresponde… Almas que no pueden olvidar… La culpa del deseo… Cuando un acto de venganza no sirve para nada… Y más relatos trágicos, funestos al igual que la muerte, terribles como la propia tierra clamando lo que le pertenece… sin faltar ese elemento ominoso u amenazante surgiendo directamente desde nuestra zona de confort…

Lo compré hace más de un mes, pero esperaba tener un día tranquilo y poderlo leer disfrutándolo, porque sabía que iba a merecer mucho la pena. No me lo regaló nadie, no tenía ninguna obligación de hacerle una reseña, pero siempre reseño los libros dignos de ser conocidos y, este palabra de reseñadora, lo merece.