![]() |
De los hijos e hijas a las madres y abuelas. Eran de hierro y agua, de dureza y pan. Pelearon, recordaron, lucharon y protegieron a todos. «Se defendían unas a otras como fieras». Eran carboneras. «Putas carboneras». «Y en ese carboneras incluía a todas las mujeres de aquel maldito pueblo minero al que le habían destinado. Para él todas las mujeres de Montercorvo eran iguales. Duras, secas, malhabladas, correosas y necias […] de ellas no se hablaba nada y eran aún peor. Correosas y necias. Muy necias, capaces de enfrentarse a todos y a todo». Lavaban, recogían, cocinaban. Apoyo mutuo. Todas las historias son ejemplo. Ellas son magistra vitae. Icono de pugna y brega, son esas zapatillas con remiendos, esa camisa sin boton, esas cartas sin remite, esa escuela de palabras y afectos. Sin duda alguna, el mayor elogio que puedo atestiguar de estos cuentos ilustrados es que son una lucha contra el olvido. Un ejercicio de memoria y dignidad. Enlace: https://papelenblanco.com/lo.. |