Aunque jamás consiga besar a su amada, el pastor pintado en una urna griega sabe al menos que la va a contemplar eternamente.
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Aunque jamás consiga besar a su amada, el pastor pintado en una urna griega sabe al menos que la va a contemplar eternamente.
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Porque los personajes no mueren jamás, viven siempre que su mundo es "leído".
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Permanezco aquí, en mi sillón, aterrorizado por la idea de que ahí fuera ya no exista nada más que una noche sólida como un infinito témpano de brea, una niebla negra que ha engullido lentamente, a medida que he ido envejeciendo, las ciudades, las casas, las calles, los rostros. Parece que el único sol del universo es la bombilla de la lámpara y lo único que ilumina es el rostro de un anciano, arrugado como un higo.
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El juego ya no era un simple juego e incluso el más superficial de los asistentes que ocupaban ahora los sofás de terciopelo podía sentir, no con la cabeza ni con el corazón, sino en los huesos, en las articulaciones y los nervios, la grandeza teológica que había adquirido la ruleta.
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Ya he escrito suficiente literatura, durante sesenta años no he hecho otra cosa, pero permítaseme ahora, al final del final, un momento de lucidez: todo lo que he escrito después de los treinta años no ha sido más que una penosa impostura. Estoy harto de escribir sin la esperanza de poder superarme algún día, de poder saltar más allá de mi propia sombra.
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Su tensión emocional llegaba al punto culminante cuando apretaba bruscamente el gatillo con los ojos cerrados y una mueca sarcástica en los labios. Se oía un breve clic e, inmediatamente después, su cuerpo de huesos pesados caía blandamente al suelo, desmayado pero ileso.
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A pesar del hecho de que era imposible que él existiera, lo cierto es que ha existido. Pero hay un lugar en el mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas, allí puede aparecer un hombre más poderoso que el azar. El Ruletista no podía vivir en el mundo, lo cual es en cierto modo una forma de decir que el mundo en el que él vivía era ficticio, que era literatura. No tengo ninguna duda, el Ruletista es un personaje. Pero entonces yo también soy un personaje y aquí no puedo evitar mostrarme exultante de alegría. Porque los personajes no mueren jamás, viven siempre que su mundo es «leído».
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La muerte individual de cada uno, el gemelo negro que nació junto con él.
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Espero con toda mi alma, y tengo un argumento poderoso (el ruletista), ser el personaje de un relato y, aunque tengo ochenta años, no morir nunca porque, de hecho, no he vivido nunca. Quizá no viva dentro de una historia importante, quizá sólo sea un personaje secundario, pero, para un hombre que afronta el final de su vida, cualquier perspectiva es preferible a desaparecer para siempre
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Así cierro yo también mi cruz y mi mortaja de palabras, bajo las que esperaré hasta mi resurrección, como Lázaro, cuando oiga tu voz clara y poderosa, lector.
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Cual es el nombre completo de Dumbeldore?