Madres, avisad a vuestras hijas

“Nunca he sabido dónde termina el poder que tiene un hombre sobre su mujer”

Comentaba la autora en una entrevista que contar acerca de la gente que a ella le interesaba tenía sus problemas, gente con escasas posibilidades de salir del hoyo en el que nació, gente trabajadora y pobre a la vez («Si vas a urgencias, vas a tardar años en pagar la factura»), que lucha cada día hasta el límite de sus fuerzas solo para mantener la cabeza fuera del agua, que bien pudieran ser «mis primas, mis sobrinas, mis vecinas. Algunas soy yo…», que escribir sobre la vida de estas personas, decía, tenía claros inconvenientes para un escritor: «la gente de clase media-alta no quiere leer sobre los problemas de las clases inferiores… gente a quien en la vida real desprecian. En los Estados Unidos alguna gente sostiene que los pobres lo son por una deficiencia moral… la gente de clase trabajadora acostumbra a leer narrativa escapista, novelas que no les restriegan por la cara sus problemas cotidianos».

“Antes estuvimos hablando de que sería genial que tu cabeza estuviera en el cuerpo de Pammy. Las dos juntas seríais la chica perfecta. Lo tomé como un cumplido.”

Tampoco es que abunde el lector que “disfrute” sufriendo con las vidas de estas gentes que no son héroes de la clase trabajadora precisamente, que eligen con mucha frecuencia el camino equivocado indiferentes al dolor que causan, o sabiéndolo, o con aquellos que pese a una vida llena de dificultades intentan mantener su dignidad a flote, portarse bien, elegir lo correcto, sin que la vida les regale un triste respiro.

“¿Recuerdas los viejos tiempos, cuando podía beber y fumar toda la noche, cuando podía alimentar a más niños que cualquier mujer sobre la tierra y amar a un hombre mejor que ninguna? Ahora me estoy muriendo en esta casa en la que nací, muriendo sin vino, sin tabaco, sin risas ni cantos.”

Claro que no todas las relaciones de las mujeres con los hombres, de las hijas con sus madres, de las madres con sus hijas, son como aquí se describen, pero estas existen y son el terreno en el que un escritor debe escarbar («No les debemos confort a nuestros lectores: les debemos verdad»), el de las heridas, el del dolor, como el de esas mujeres que intentaron alejarse de una madre cruel para terminar enfrentándose a una hija que era el vivo retrato de su abuela, mujeres que se esfuerzan todo lo que pueden y nunca es suficiente.

“…ella pensaba que quería arrojarse a sus pies y dar gracias al Señor por su marido. Por lo visto, aquella actitud era asfixiante… al apoyar todo lo que él hacía, estaba siendo opresiva… Cuando su marido se puso a hacer las maletas, dijo que haría cualquier cosa para lograr que se quedara en casa con ella y con los niños, y él respondió: «Ese es el problema».
Son estas historias durísimas sobre hijas que le quitan el novio a sus madres, madres que siguen al lado de hombres que enseñan a besar con lengua a sus hijas de once años, mujeres que se creen egoístas si intentan impedirlo…

“Dices que oíste mi voz desde arriba, mientras él hacía lo que hacía. Yo estaba esperando a que lo echaras, a que me lo enviaras de vuelta.”

… mujeres que, por conseguir un paquete de papel de plata, acaban violadas por una manada de hijosdeputa que se ríen mientras ellas después intentan alisarse la falda, mujeres que toda la vida se han tenido que bajar las mangas para esconder los moratones, que no han impedido que sus parejas azotaran a sus hijos cruelmente, que a pesar de todo piensan que un hombre apuesto, como un caballo apuesto, «siempre puede encontrar cabida en el establo de alguien, por muy mal que se comporte»…

“Me violaron detrás del Lamplightrer, pero tenía mejores cosas que hacer que amargarme por diez minutos de mi vida.”

… mujeres que no paran de encontrar excusas para lo que les hacen sus hombres, sus hijas, sus madres, para lo que ellas mismas hacen o no hicieron, mujeres que callan cuando un hombre las llama puta imbécil mientras les empuja la cara contra el frío capó de un coche, y también callan después, mujeres que no saben cómo proteger a sus hijas de los peligros que las acechan, hijas que están hartas de que sus madres las protejan.

“…las hijas de la abeja reina son obreras que atienden lealmente a su madre…si la reina vieja no pasa el relevo con elegancia, las mismas hijas que la alimentaron, acicalaron sus antenas y masajearon sus músculos doloridos de tanto parir, se amontonar a su alrededor para irradiar un calor insoportable que la mata.”

Entre tanto horror (mi preferido, aunque no es el más duro de la colección ni de lejos, es «El Mayor Espectáculo del Planeta, 1982: Lo que estaba», que me ha recordado a mi admirado Harry Crews) hay otros cuentos más amables, otros muy cortos que parecen pequeños poemas en prosa, perfectamente intercalados que dan un pequeño respiro, aunque no carezcan de sus terribles gotitas de violencia o desgracia. Hay hasta espacio para el humor, como en «Mi perro Roscoe» donde una mujer piensa con alegría que su ex, aquel que le transmitía las enfermedades venéreas que pillaba en sus aventuras, se había reencarnado en su perro o en «Mi dicha matrimonial», donde una mujer nos habla de sus múltiples matrimonios con los cereales del desayuno, con un cigarrillo, con un pájaro («el revoloteo incesante es motivo de divorcio») y hasta con un señor callado de caderas estrechas, o en «Desastres naturales» en el que una mujer celebra una fiesta de maternidad entre grandes alarmas de peligros inminentes para su futuro bebé, empezando por el peor de todos, la gravedad.

“Cuando estaba de parto de Luke, le rogué a la enfermera que me matara… le quité el bolígrafo e intenté apuñalarme en el pecho con él. Así que insistieron en ponerme la epidural… Últimamente he tenido un sueño reconfortante: un mundo sin aristas, un mundo de gomaespuma, bolas de algodón, aire cálido y humedad óptima…”

Ya la admiré tras leer «Desguace americano» , ahora mi admiración se ha multiplicado varias veces.

"Después me daba miedo que tu padre me internara porque nunca he sabido dónde termina el poder que tiene un hombre sobre su mujer."

Sherry, Barb, Marika, Susanna, Janie, Buckeye…,abuelas, madres, hijas, hermanas…, son algunas de las mujeres que conforman esta colección maravillosa de cuentos de Bonnie Jo Campbell. A estas alturas no voy a descubrir a esta autora de la que ya hablé en “Erase un Rio” y “Desguace Americano”, sin embargo es verdad que creía que a estas alturas nuevas historias de esta autora no podrían volver a sorprenderme, y nada más lejos de la verdad porque con esta colección he vuelto a entusiasrme, a emocionarme e incluso a enfadarme por muchos de los momentos por los que tienen que pasar estas mujeres en relatos algunos desgarradores, otros socarronamente divertidos y finalmente algunos que otros cálidos y llenos de luz.

"Tendrías que haber tenido una hija. Asi habrías estado ocupada con un hueso para roer toda la vida. Pero ya te adelanto que por criar una hija no te dan ningún premio.”

Las mujeres de las historias de Bonnie Jo Campbell la mayoría vienen de vuelta de todo pero no por eso dejan de ser profundamente vulnerables, al mismo tiempo que son unas supervivientes natas, es una supervivencia que les hace pagar un duro precio a través de la soledad. Me maravilla la forma en que Bonnie Jo Campbell capta los pequeños detalles de la vida en las áreas rurales del Medio Oeste americano más profundo, la Ámerica más invisible, más escondida, la más olvidada. Ya digo que es una colección que me ha sorprendido por lo mucho que la he disfrutado y vivido estas historias: aquí no hay cuentos malos, ni aburridos. Todos y cada uno de ellos son relatos luminosos donde cada una de las mujeres protagonistas están vivas y a quién Bonnie Jo Campbell les da voz. La edición de DirtyWorks es una belleza. La traducción es de Tomás Cobos.

A continuación una pequeña reflexión sobre cada uno de los cuentos:

1. Despeinadas: Un microcuento de apenas una página, dos hermanas adolescentes se quedan solas en casa con la consiguiente "visita" de sus novios. Una delicia.

2. Casa de Juegos: Janie visita a su hermano Steve, tras una noche conflictiva en su casa tras la cual acabaron peleados. La visita de Janie y la tarde que pasan juntos con su pequeña sobrina, deja traslucir toda una forma de vida, conflictos emocionales, domésticos, en fin, toda una serie de cuestiones que salen a relucir en sus conversaciones mientras Steve repara la casa de juego de la niña. Genial.

3. Cuéntate: Un cuento relatado por una madre obsesionada por que su hija no viva las mismas experiencias que vivió ella como adolescente. Es uno de esos cuentos que fluyen y cuyas reflexiones no pueden dejar de asombrarte por lo acertadas en relación a la distancia generacional. Lo que se revela entre lineas es de verdad lo que importa del cuento.

4.El Mayor Espectáculo del Planeta: Buckeye trabaja y vive en un circo. Su embarazo y la imposiblidad de llevarlo a cabo conforman unas pocas páginas que me han fascinado; vemos toda la vida de Buckeye transcurrir en estas páginas no porque la autora te la cuente en flashback, sino porque te la deje entrever en apenas unas pinceladas.

5. Mi Perro Roscoe: No me gustan las películas ni las historias con perros, quizás porque siempre se intenta despertar la vena sentimental a través de su sufrimiento. No es este el caso; es un cuento que me ha parecido lleno de humor soterrado, en algunos momentos negro, pero cálido al mismo tiempo. Me ha encantado y divertido porque Bonnie Jo Campbell te sorprende en este relato sobre un perro y su dueña.

6. Madres, Avisad A Vuestras Hijas: Una belleza de relato. Es el monólogo de una madre a su hija, mientras hace un repaso de su vida, de su dura vida, mientras criaba a sus hijos. Su hija huyó de su casa, de una madre aparentemente nefasta a quién le echa en cara la violencia que ejercieron sobre sus hijos los hombres que eligió su madre. Es uno de esos cuentos hermosos, con muchas capas que te hacen reflexionar sobre los diferentes puntos de vista de una vida. Joya.

"Si hubieras tenido una hija serías más indulgente con lo que hacen los demás. ¿Crees que te he fallado, muchacha? Pues a mi también me falló mi madre. Se dejó encerrar en el manicomio. Y tú le habrías fallado a tu hija si hubieras tenido una. Ahí tienes más estudios de la mujer."

7. El Dolor de Mi Hermana: Microcuento que funciona como una reflexión de la narradora sobre su hermana. Se puede entrever dolor y también distancia. Puede que sea demasiado corto siquiera para conocer bien a ambas mujeres pero si que es cierto que Bonnie Jo Campbell revela datos entrelineas. Un cuento para releer.

8. Una Multitud de Pecados: Una mujer se enfrenta a los últimos días de vida de su marido. un marido que fue un abusador y que alejó a su único de su casa. Un relato soberbio sobre una mujer que se enfrenta al hecho de que podría haber vivido de otra forma, haber sido más valiente... Uno de esos relatos a flor de piel donde Bonnie Jo Campbell nos revela el sinsentido de una vida malgastada.

9. A Tí, Como Mujer: Una mujer ha dejado a sus hijos a cargo del vecino mientras va a urgencias porque ha sido violada. Pero no es tan fácil como eso, la desperación de la vida que lleva, le hace plantearse hasta qué punto merece la pena confesar la violencia sobre ella... Una historia con multitud de capas. Una maravilla.

10. Hijas del Reino Animal: Otro cuento bestial. Un relato que habla sobre la maternidad desde distintas perspectivas Una mujer se enfrenta a la enfermedad de su madre justo cuando se está separando de su marido. Hijas, madre y abuela y de hasta qué punto te puedes sentir sola rodeada de gente. Uno de los mejores cuentos de esta colección.

"No estoy lista para pensar en el divorcio, pero últimamente me pregunto si no preferiría ser su alumna en vez de su esposa. Escucharía durante unas horas, tomaría notas y luego me libraría de él hasta la próxima semana. O quizá solo necesito unos meses más sola en mi caravana. O quizá es que necesito terapia. O un saco de boxeo con la cara de Gregory dibujada con ceras."

11. Un Lugar Cálido: Bonnie Jo Campbell no habla de mujeres que lleven una vida fácil, son supervivientes, luchadoras casi desesperadas, que se aferran a seguir viviendo independientemente los palos que les da la vida. Este quizá sea de los cuentos más esperanzadores y tal como marca el título, es un cuento donde Sherry, la protagonista, se aferra a lo bueno de la vida. Maravilloso

12. Mi dicha Matrimonial: Microcuento, donde en apenas una página se cuenta media vida. Breve pero contundente.

13.Prueba de sangre, 1999: Marika trabaja en un hospital y está obsesionada con toda esa gente en el mundo que apenas tiene donde dónde sostenerse, qué comer, animales que sufren... pero llegado un punto, con la llegada del nuevo milenio, empieza a pensar en sí misma también.

14.Hijos de Transilvania, 1983: Es el cuento más largo en esta colección y nos relata el viaja por Rumania en bicicleta de Joannah con sus hermanas. Joannah ha vivido hasta ahora una vida gris, pasiva, pero su recorrido por Rumania en bicicleta con sus nuevos olores, sabores y rostros, la van convirtiendo poco a poco en una mujer nueva. Un cuento refrescante.

"Necesitas un descanso, le dijeron; actuaron como si estuvieran salvando su alma. Si hubiera sido por Joannah, se habría quedado en Chicago leyendo novelas románticas de de vampiros y sentada en un sillón, envuelta en mantas junto a su madre, que acababa de ser trasladada a una residencia. Desde que se había sacado el título universitario, diez años antes, había estado cuidando de ella y ahora no sabía que hacer."

15. Desastres Naturales: Barb está embarazada a punto de tener a su bebé y se imagino todo un mundo de desastres que puedan hacer peligrar a la hija que va a nacer. El mundo es un lugar de peligros, y entra en conflicto al preguntarse de hasta qué punto podría protegerla. Es un relato donde una mujer se enfrenta a su maternidad con sus miedos y sus inseguridades. Estupendo.

16. El Fruto del Papayo: Este cuento es perfecto como colofón final de una colección donde no hay cuentos malos. Pero digo que es perfecto porque es un cuento lleno de luz, de alma, de vida. Bonnie Jo Campbell, diosa.

"Su sexagésimo tercer año había comenzado con el diagnóstico de su médico, que le dijo que tenía hipertensión arterial y colesterol alto y que corría el riesgo de de padecer osteoporosis. Susana no había estado esperando que de repente un día, al despertar, la vida fuera más fácil, que el café oliera mejor, o que los tomates se pelaran con menos esfuerzo; que le resultara apetecible ir corriendo al corral con el biberón de leche de yegua en lugar de ir caminando; que le entraran ganas de dormir en una tienda de campaña y cocinar en una fogata."
Enlace: https://kansasbooks.blogspot..

Un libro que toda mujer debería leer. Sobre todo las que tenemos situaciones más privilegiadas, las que a veces enarbolamos feminismo de sofá (y me incluyo) y perdemos la perspectiva hablando desde lugares mejores; mejores económicamente, mejores humanamente, mejores en relación con los hombres, mejores en oportunidades, mejores para nuestros hijas, mejores en todo. Y hay que hablar, pero hay que conocer.

Bonnie Jo Campbell ha escrito un extraordinario libro de relatos donde las mujeres, madres e hijas “walk on fire”, solas, juntas, odiándose o amándose, entre el vacío y la miseria. Dejando a un lado no solo los sueños (si aún los recuerdan) sino la salud, el tiempo y la vida. Mujeres al cargo familias precarias, mujeres de hombres a los que nadie educó fuera de ser esos hombres y para los que la vida no es otra cosa que brutalidad y trabajo. Mujeres maltratadas, abusadas y acabadas antes de empezar. Que rompen a sus hijos como a ellas las rompieron, sin verlo, hasta que es tarde. Vínculos entre madres e hijas que basculan entre la comprensión y el rencor, la culpa y la compasión, el miedo por ellas, las hijas. Y el dolor presente y constante, siempre, como el aire o la luz.

Estos relatos, ambientados en la América profunda, olvidada y destrozada, bien podrían ser relatos de muchas vidas no tan lejanas a las nuestras. de mujeres no tan lejanas a nosotras, o de nosotras mismas, cuando no nos queremos mirar a los ojos y nos escondemos de enfrentar algunas cosas. Escritos de forma magistral, te capturan y te remueven, del primero al último.