Agnes Grey

¡Qué delicioso ser institutriz! Salir al mundo; Emprender una nueva vida; actuar por mi misma; ejercitar mis facultades aún sin utilizar; poner a prueba mis fuerzas desconocidas; ganar mi propia manutención […]. Y además, ¡Qué encantador que me encomendaron el cuidado y la educación de unos niños!

En todas las historias verdaderas hay enseñanzas, aunque puede que en algunas nos cueste encontrar el tesoro, o cuando lo encontramos es en cantidad tan exigua que el fruto tan seco y marchito apenas compensa el esfuerzo de romper la cáscara.

Ya estaba acostumbrada a callar ante las cosas desagradables que normalmente me veía obligada a escuchar, y había adquirido el hábito de sonreír, aunque me sangrara el corazón.

La mujer amable y bella es elogiada por ambas cualidades, pero en especial por la segunda; si, por el contrario, es desagradable de rostro y carácter, su fealdad será considerada poco menos que un crimen, ya que para el observador común esta es la peor ofensa...

Fortalecida por la adversidad e instruida por la experiencia, quería rehabilitar mi honor maltrecho a los ojos de aquellos cuya opinión importaba para mí más que la del mundo.

Lo sentí por mi padre y por el derrumbamiento de nuestros castillos de naipes; pero, gracias a la facultad de adaptación propia de la juventud, pronto me recobré de la impresión.

Recuerda que no hay nada como un espíritu alegre para conservar el cuerpo sano.

Cuando nos vemos atormentados por penas y anhelos, o sufrimos durante mucho tiempo a causa de intensos sentimientos que debemos guardar para nosotros mismos, para los cuales no podemos buscar la compasión de ningún semejante, y que tampoco podemos destruir, a menudo buscamos consuelo en la poesía, encontrándolo también, bien en las expresiones de otros que parecen armonizar con nuestro estado de ánimo, bien en nuestros propios intentos por expresar ideas y sentimientos, en versos quizá menos musicales, pero más adecuados y, por tanto, más penetrantes y amistosos, más dulces y con mayor poder para liberar y aliviar a nuestro oprimido y herido corazón.

Los lazos que nos unen a la vida son más sólidos de lo que imagina o de lo que puede imaginar cualquier persona que no haya tenido la oportunidad de comprobar lo mucho que se puede tirar de ellos sin que se rompan.

Me resulta difícil concebir situaciones más desoladoras que ésta: por mucho que desees el éxito, por mucho que luches por cumplir con tu deber, tus esfuerzos se ven frustrados y aniquilados por los que están por debajo de ti e injustamente censurados y malinterpretados por los que están por encima.