Que de tus muchos días ninguno brille como el de mañana.
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Que de tus muchos días ninguno brille como el de mañana.
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Y,mientras yo sondeaba aquella mina de las lunas de la mitología, ahí estaba,a la vuelta de la esquina, la luna celestial de cada día. |
Los hombres inventaron el adiós porque se saben de algún modo inmortales,aunque se juzguen contingentes y efímeros.
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Para que su horror sea perfecto,César,acosado al pie de una estatua por los impacientes puñales de sus amigos,descubre entre las caras y los aceros la de Marco Junio Bruto,su protegido,acaso su hijo,y ya no se defiende y exclama:"¡Tú también,hijo mío!".
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Porque en el principio de la literatura está el mito,y asimismo,en el fin.
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La edad de la inocencia