Y su mundo fue una casa con paredes que la aislaban del mundo.
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Y su mundo fue una casa con paredes que la aislaban del mundo.
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Al despedirse daba siempre las gracias con un énfasis enternecedor, al de alguien que le ha sido otorgado un sorbo de verdadera vida en medio de una cotidianidad insípida.
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Porque a los veinte, una biblioteca es una ilusión, a los cuarenta un lugar de plenitud y a los sesenta un recuerdo permanente de que la vida no te va a alcanzar para leerlos todos.
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…, tan supeditada a ese marido voluntarioso, que se impacientaba con sus preguntas, que echaba raíces en su viejo sillón mirando la tele, jugando solitario, dormitando, mientras ella se disolvía en las nieblas de la memoria.
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No fue por quitarme la ayuda que rompí con él, le explicó a Emilia. Fue por disfrazar de amor toda una vida de egoísmo
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La rivalidad, la envidia y el odio a menudo crean vínculos más fuertes que el amor.
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No sabe cómo explicárselo, pero lo que ve en el espejo nunca coincide con la imagen que tiene de sí misma, y mucho menos con la Emilia que se topa en forma fragmentada cuando aparece en una foto de sus treinta o cuarenta años. Cómo no sentir cierto asco cuando ve las estrías del bajo vientre, las rodillas rollizas, la flacidez que ya hace estragos. Atonía.
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Lolita...