No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes, pues ni yo sabré contestarte ni tú comprenderme. Hay deseos que se ahogan en nuestra alma de mujer.
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No me preguntes por qué lloro, no me lo preguntes, pues ni yo sabré contestarte ni tú comprenderme. Hay deseos que se ahogan en nuestra alma de mujer.
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La mente no se halla en la tierra ni en el cielo. Recorre un espacio sin límites ni Fondo, océano de voluptuosidad indefinible, en el que empapa sus alas para remontarse a las regiones en donde habita el amor.
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La soledad es muy hermosa... cuando se tiene junto a sí alguien a quien decírselo.
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Quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.
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Eso soy yo que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán. |
Hoy como ayer, mañana como hoy, ¡ Y siempre igual ! Un cielo gris, un horizonte eterno, ¡ Y andar..., andar ! Moviéndose a compás, como una estüpida máquina, el corazón ; la torpe inteligencia del cerebro dormida en un rincón. El alma, que ambiciona un paraíso buscandole sin fe ; fatiga sin objeto, ola que rueda ignorando por qué. Voz que incesante con el mismo tono canta el mismo cantar ; gota de agua monótona que cae y cae sin cesar. Así van deslizándose los días unos de otros en pos, hoy lo mismo que ayer..., y todos ellos sin gozo ni dolor. ¡ Ay ! a veces me acuerdo suspirando del antiguo sufrir... Amargo es el dolor ; pero siquiera ¡ padecer es vivir ! |
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía.
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Marinero en tierra