Las Gafas De Oro

De acuerdo con el padre Gemelli, las recurrentes persecuciones de las que los "israelitas" venían siendo objeto en todo el mundo desde hacía casi dos mil años no tenían más explicación que la ira celestial

Como si se hubieran quedado grabadas en una cinta magnetofónica, me vienen a la memoria, una por una, todas las palabras de aquella lejana mañana

Ese Dediliers, en el fondo, no era más que un muchacho viciado, un siverguenza al que el servicio militar, en su momento, acabaría volviéndole utilísimo. Por el contrario, él, no. A un señor de su condición, de su edad, de ninguna manera se le podía excusar

De Deliliers añadiré que nunca le dirigía la palabra, que le ofendía a la menor oportunidad con alusiones transparentes, con brutales frases de doble sentido. Hasta el mismo Nino Bottechiari, al que de niño había extirpado las amígdalas y era el único al que llamaba de tú, empezó a tratarle fríamente

Para nosotros, sobre todo para nosotros, él tenía que seguir siendo el doctor Fadigati de siempre, cmo cuando, de niños, veíamos inclinarse su amplio rostro sobre el nuestro, semiescondido tras el espejo redondo de la frente

Se sentaba tranquilamente en su sitio. Se limitaba a asistir a nuestras discusiones cotidianas, que iban desde el deporte a la política, de la literatura y el arte a la filosofía y, a veces, hasta tocaban el tema de los sentimientos o, incluso, de las relaciones "exclusivamente eróticas"

(Era) de naturaleza exuberante y al mismo tiempo anunciadora del futuro escasamente feliz que, en general, esperaba a todos los jóvenes de nuestra generación y a ella en particular

Pero a veces, como suele ocurrir cuando se habla de temas indecorosos y especialmente de los invertidos sexuales, había quien recurría, con un guiño cómplice, a alguna palabra en dialecto que, también entre nosotros, ha sido siempre más perverso que la lengua de las clasea superiores

En 1925, cuando las cosas empezaron a calmarse y el fascismo, organizándose en un gran partido nacional, fue capaz de ofrecer ventajosas colocaciones a todos los rezagados, Athos Fadigati ya estaba sólidamente instalado en Ferrara

Un enorme cartel publicitario escarlata que invitaba a amigos y adversarios del socialismo a beber en buena armonía el aperitivo Lenin; casi todos los días se armaban peleas entre campesinos y obreros radicales por un lado y ex combatientes por otro