Vivimos en un país, querido, en el que de romano, de romano en sentido antiguo, lo único que nos queda es el saludo con el brazo en alto
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Vivimos en un país, querido, en el que de romano, de romano en sentido antiguo, lo único que nos queda es el saludo con el brazo en alto
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Una política de ese tipo sólo podría "consumarse" en caso de que hubiera más familias como la de los Finzi-Contini, con aquel especialísimo gusto suyo por quedarse al margen, encerrados en una gran casa nobiliaria (él mismo , a pesar de su más que estrecha amistad con Alberto Finzi - Contini, ¡jamás había logrado que le invitaran a jugar al tenis en su casa, en la magnífica pista de tenis privada!)
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¿Alguien podía imaginarse a una persona más israelita y al mismo tiempo más ferrarés que el abogado Geremia Tabet, por no hablar más que del primero que a uno se le venía a los labios, perteneciente al restringido número de personas que en el 1919 habían fundado la primera sección local de los Fascios de Combate? ¿Y quién más "nuestro" que el viejo doctor Coreos, Elia Coreos, el conocido médico.
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En un futuro no muy lejano, ellos, los goyim, nos obligarían a vivir hormigueando otra vez por allí, por las angostas y tortuosas callejas de aquel miserable barrio medieval del que, a fin de cuentas, apenas habíamos salido hacía setenta u ochenta años.
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Me había bastado recuperar el antiguo rostro matenro de la ciudad, tenerlo una vez más para mí solo, para que aquella sensación atroz de exclusión que me había atormentado unos días antes desapareciese al instante. El futuro de persecuciones y masacres que quizá nos esperaba (desde niño siempre había oído hablar de ello como de una eventualidad para nosotros, los judíos, siempre posible) ya no me asustaba en absoluto
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Se había iniciado la violenta campaña denigratoria que al cabo de un año llevaría a la proclamación de las leyes raciales. Recuerdo aquellos primeros días como una pesadilla. Mi padre, destrozado, salía de casa por la mañana a la caza de papel impreso. Los ojos de mi madre, hinchados de tanto llorar. Fanny, todavía ignorante, pobre niña, y, sin embargo, de alguna manera consciente; por mi parte, el doloroso gusto de encerrarme en un silencio obstinado.
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Ahora me tocaba vérmelas con la imagen de su dolor de amante vilipendiado, una imagen que en ese momento, debo confesarlo, me provocaba más repugnancia que piedad
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De acuerdo con el padre Gemelli, las recurrentes persecuciones de las que los "israelitas" venían siendo objeto en todo el mundo desde hacía casi dos mil años no tenían más explicación que la ira celestial
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Como si se hubieran quedado grabadas en una cinta magnetofónica, me vienen a la memoria, una por una, todas las palabras de aquella lejana mañana
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Romántico, patriota, políticamente ingenuo e inexperto como tantos judíos italianos de su generación, también mi padre, al volver del frente en 1919, había recogido su carnet del Fascio. Es decir, había sido un fascista de los de "primera hora" y lo siguió siendo a pesar de su carácter apacible y honesto. Pero desde que Mussolini, superadas las peleas de los primeros tiempos, había empezado a entenderse con Hitler, comenzó a sentirse inquieto. Pensaba constantemente en un eventual estallido de antisemitismo también en Italia
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises