El Plantador De Tabaco

El veredicto es claro: 3 de cada 4 lectores piensa que la novela es una obra maestra o está muy cerca de serlo. En lo que a mí respecta puedo decir que, aunque sea una novela algo alejada de lo que suelo leer y de la literatura que me sulibeya, me hizo pasar grandes ratos, lo cual tiene un mérito importante si tenemos en cuenta que el librito lo componen 1.173 páginas, prólogo incluido, y que un buen puñado de ellas puede que le sobren.

La novela es un homenaje a la pura narración de historias, muchas veces enlazadas en una espiral cuyo fin es el disparate, el absurdo, el desbarre total, y en el que se pasa revista a un buen puñado de cuestiones morales, amorales e inmorales, que son parodiadas pero nunca demonizadas. La sátira, e incluso la parodia de ciertos personajes e historias, nos puede recordar a otros personajes y narraciones clásicas, historias de piratas, náufragos, epopeyas clásicas, o las picarescas propias del siglo XVII, a lo que contribuye en buena medida el lenguaje utilizado (felicito efusivamente al traductor por el trabajo realizado).

Es una novela muy cervantina, con su Sancho codicioso de su ínsula Barataria y siempre preocupado por su amo... siempre que sus intereses vayan en la misma dirección que los propios. Y, por supuesto, la novela tiene a su Quijote virgen y a su Dulcinea puta. Sí, el sexo es importantísimo, tanto que, si le damos algún grado de verosimilitud a la historia, está en el propio nacimiento de la nación norteamericana: lo hay de todo tipo y no siempre con humanos.

Todas esas historias estás llenas de grandes y pequeñas barbaridades, de crueldades, de estupideces, algunas incluso bienintencionada, de todas esas acciones de las que somos capaces los humanos, de nuestra esencia como especie, de la eterna disputa Rousseau / Hobbes, hombre salvaje / hombre civilizado.

“...no se puede menos de recordar lo empinada y espinosa que es la senda que lleva a las alturas de la cortesía y el refinamiento, hasta el punto que con distraerse una sola vez para tomar aliento, por decirlo así, puede bastar para hacer que el escalador se despeñe y vuelva a su estado originario.

¿son los hombres unos seres salvajes recubiertos por un pátina de cortesía? ¿O es la condición salvaje una débil mancha que contamina la cortesía natural del hombre y que una y otra vez se manifiesta en forma de erupción, como si a un ángel le salieran granos en el trasero? “

En definitiva, que si es usted del tipo de lector que piensa que...

“un cuento bien urdido es chismorreo de dioses, a quienes les es dado ver el corazón y la médula de la vida que hay en la Tierra; es la telaraña del mundo; la urdimbre y la trama... ¡Vive Dios, lo que me gustan las historias, señores! “

... entonces este es su libro.

No soy lector de grandes novelas en cuanto a tamaño, aquí hay más de mil páginas, pero debo reconocer que con El plantador de tabaco tenía una gran curiosidad desde hacía tiempo.

Ebenezer Cooke es el protagonista de la historia, lo envían desde su Londres a colonias y es que allí está la plantación de su padre, en Maryland. A partir de ahí las aventuras no paran, nuestro un tanto inocente personaje se verá envuelto en tramas con piratas, indios y hasta dará lugar a que surja el amor, ó algo parecido.

Recuerda a clásicos de la literatura por esa inocencia y querer abarcar todo un universo. Bien escrito, no diré que se lee en un suspiro, pero es una obra más que interesante y Sexto Piso merece todos los halagos por recuperar este tipo de historias un tanto olvidadas del círculo más comercial.