La imaginación como territorio innegociable es lo que da vida a una de las dos vidas de una obra de arte. La segunda es la real, que muchas veces parece más de ficción que la que hayamos podido imaginar.
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La imaginación como territorio innegociable es lo que da vida a una de las dos vidas de una obra de arte. La segunda es la real, que muchas veces parece más de ficción que la que hayamos podido imaginar.
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Los cuadros tienen muchas vidas. Esa es la premisa de este libro. Un cuadro esconde una historia real, o una curiosidad. Pero también esconde una ficción, que es la que cada espectador imagina cuando se pone delante y lo mira atento. Porque, decirme ¿quién no se ha imaginado alguna vez la historia que envuelve al protagonista de un cuadro? Y esto es lo que ha hecho el autor en los 35 capítulos que componen esta libro y que contienen 35 obras del arte de todos los tiempos. Crear una ficción para cada pintura. Del Amor, nos propone dos lecturas diferentes de cada obra. Por un lado, nos define los aspectos formales y circunstanciales que rodean al cuadro y a su autor/a. Pero también nos da una interpretación libre -su interpretación- de las escenas y personajes y así nos ayuda a mirar las mismas obras con otros ojos. Por mi parte, he descubierto pinturas muy interesantes, sus pequeños detalles y la historia sus pintores y pintoras y he podido descubrir o redescubrir su otro significado. Y todo, con una narración muy delicada que te lleva en volandas a lo largo de la historia del arte. Ni que decir tiene que este libro no es adecuado para lectores con una cultura pictórica, sino para aquellos, que como yo, de arte no conocen más allá del placer de contemplar la belleza. En definitiva, ha sido una lectura amena de un libro muy bien conseguido y muy recomendable para quien le guste el arte o para quienes quieran saber más de lo que se esconde detrás de muchas obras maestras. + Leer más |
"Tardé cuatro años en pintar como Rafael, pero me llevó toda la vida aprender a dibujar como un niño ".
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Lo que nos sirve de refugio y nos pone a salvo del ruido exterior, de la sinrazón, de la barbarie: el arte ¿Cómo no amarlo? ¿Cómo no emocionarte?
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Un cuadro no se acaba en lo que encierra su marco, un cuadro vive antes y después de que lo miremos. El marco lo acota y nosotros debemos cruzar esa frontera para hacer que su existencia siga saltando siglos y vidas, y se renueve con cada mirada.
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¿Sabes que el instinto de supervivencia provoca que respiremos, aunque queramos morir aguantando sin respirar? Llega un momento en el que nuestro cerebro obliga a nuestros pulmones a activarse.
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Genovés decía que esa mujer está abrazando al futuro, ese en el que todo está por hacer, por ver, por imaginar, por pelear. En el que todo está por abrazar.
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Un cuadro no se acaba en lo que encierra su marco, un cuadro vive antes y después de que lo miremos.
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El tiempo pasa, la vida pasa. O mejor, el tiempo y la vida te pasan... por encima.
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[...]: el devenir real de un cuadro es esclavo de la época en la que se pintó.
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Escribió un libro titulado "De lo espiritual en el arte"