Bueno, ¡para ya! —le digo a La Bestia—. Somos mujeres independientes, no necesitamos a un hombre de referencia para entender nuestro lugar en el mundo.
|
Bueno, ¡para ya! —le digo a La Bestia—. Somos mujeres independientes, no necesitamos a un hombre de referencia para entender nuestro lugar en el mundo.
|
—Quiero irme a mi casa —dijo Emiliano cuando nos cansamos de decir todo lo demás—. Quiero irme a mi casa. Mi casa era otra de esas erosiones irreparables. Quizá la peor. Después de años ésta todavía no es su casa. Ésta nunca va a ser su casa, haga lo que haga, yo nunca voy a ser su casa. |
Solo quería hablar contigo si tú querías hablar conmigo
|
Por primera vez en muchos años tengo la sensación de saber para qué soy mejor que nadie. A mí me gusta observar y compartir la belleza que veo en el mundo.
|
El pasado se valida solo, sucediéndonos todo el tiempo. No hay que huir de él ni regocijarse en extrañar lo que nos fue quitando. Pase lo que pase, todo pasa al mismo tiempo.
|
(…)en ese abismo que tiene su voz y su ausencia, que sé que tendré a la orilla de todos mis pasos para el resto de mis pasos.
|
(…) no sé qué piel es suya y qué piel es mía. Pero se nota en cada célula lo que nos acerca y lo que nos separa. Tenemos parte del otro, pero también tenemos grandes lagunas que no se tocan, que ya son sólo nuestras.
|
—Me gusta mucho todo lo que has hecho sin mí. —Mensa, mensa, eres muy mensa —me dice en ese susurro tan suyo—. ¿Cómo puedes no entender? Desde el primer día que nos vimos, sin que importen todos los días que no nos hemos visto, no he vuelto a hacer nada sin ti. |
Haber querido tantísimo. Querer todavía. Que todo sea distinto. Lejano. Imposible de reclamar. |
Y no puedo. No puedo. Tener amigas no va bien con la penitencia de sentirse culpable de estar viva.
|
El retrato de Dorian Gray