No puedo decir que me encuentre ante un libro perfecto, pero lo cierto es que se trata del libro ideal para leer en estas fechas y, por propias experiencias, en este preciso momento. Lo devoré con la ilusión que hacía tiempo que un libro no me despertaba. Está lleno de tópicos, no ofrece nada que no hayamos podido encontrar en muchos otros libros, y sin embargo me enganchó y emocionó desde el principio. Las tardes de verano con sus correspondientes noches, los amores de juventud tan intensos, los recuerdos de unos días en los que todo parecía fácil y posible pero que nosotros mismo nos empeñamos en boicotear, la nostalgia que acompaña esos recuerdos y el reconocimiento de saber que se hicieron mal algunas cosas. Los años que pasan, el regreso y los lugares y el reencuentro con personas. El enfrentar cara a cara pasado y presente, descubrir que los sentimientos siguen ahí y que la nostalgia se ha colado en tu maleta. Conversaciones pendientes, pedir perdón, sentir lo que flota en el aire... Y todo en un marco idílico, el lago de Barry's Bay y sus alrededores, descrito de tal manera que es como si estuvieses allí mismo formando parte de las vidas de Percy y Sam, dos personas que siempre se han querido pero que no siempre se hallaban en el mejor momento para hacerlo. No puedo decir que me encuentre ante un libro perfecto, pero lo cierto es que se trata del libro ideal para leer en estas fechas y, por propias experiencias, en este preciso momento. Lo devoré con la ilusión que hacía tiempo que un libro no me despertaba. Está lleno de tópicos, no ofrece nada que no hayamos podido encontrar en muchos otros libros, y sin embargo me enganchó y emocionó desde el principio. 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