wise83623 May 2023
Cuando salió el primer número de la Paris Review, en la primavera de 1953, Humes estaba en Estados Unidos. Pero se enteró de lo que le habían hecho y, preso de la ira, preparó su venganza. Cuando llegó el barco al muelle del río Hudson con los miles de ejemplares de la Paris Review para ser distribuidos por todo el país, Harold Humes, con la boina puesta y proclamando «Le Paris Review c’est moi!», los esperaba en el desembarcadero. Pronto estaba rasgando las cajas de cartón y, con un sello de caucho que tenía su nombre en letras más grandes que las de los créditos, empezó a estamparlo en rojo sobre los créditos de cada ejemplar, hazaña que le llevó varias horas realizar y que acabó dejándolo exhausto.
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