A l´horitzó: 44

El protagonista de esta atípica novela es un hombre salvaje que solo cuenta con su fe en la naturaleza y con su libertad, que se ve amenazada. El autor dibuja una naturaleza salvaje que tiene su marco en la inmensidad de lo que envuelve a Håkan y también su propia naturaleza humana de proporciones gigantescas. Aunque es feroz, en él no habita el mal ni la crueldad que sí encontrará en otros hombres con los que se cruza a lo largo del largo viaje iniciático. Podríamos decir que Håkan es un hombre bueno por naturaleza, como diría Jean-Jacques Rousseau. Es un héroe que mata para defenderse a sí mismo y para defender a aquellos con los que tiene algún vínculo sentimental, por pequeño que sea, o para hacer justicia. A lo largo de los 24 capítulos encontramos algunos simbólicos, como el símbolo de la “fe” que intentan imponerle cosiéndole en el pecho junto al corazón la cruz. Encontramos también en la obra de Hernán Díaz, si leemos entre líneas, un mensaje ecologista subyacente, tanto a través del personaje del naturalista Lorimer, como en la misma relación de Håkan con el entorno natural durante su odisea. Es un entorno salvaje en el que solo los más fuertes sobreviven. A lo largo de su viaje lleno de aventuras, el protagonista llega en algunos momentos a olvidar su objetivo, que es reunirse con su hermano Linus. Uno de esos momentos es cuando construye su fortaleza o búnker. Los hombres malvados y crueles que lo visitan harán que Håkan salga de su estancamiento mental y afronte su futuro con decisión. En este punto vemos un cambio total de actitud. Esta determinación contrasta con el otro Håkan primitivo, casi bestial, que vive solo en el presente, en su propia supervivencia, capaz de matar para no morir.

Como ya hemos dicho, Håkan no tiene nada, solamente la naturaleza y su imponente físico. Por este motivo se aprovecharán o intentarán aprovecharse de él en varias ocasiones. La mujer que lo tiene como esclavo sexual, el hombre que lo quiere utilizar como pistolero para disuadir a los enemigos con su aspecto impresionante, y el otro grupo de hombres que quieren convertirle en una atracción de feria. Se trata de la misma actitud humana de aprovecharse de la naturaleza y de sus bienes, que nos ha llevado al límite del expolio natural. Esos pioneros y la fiebre del oro, ya sabemos donde nos han conducido dos siglos más tarde.

Por otro lado, está el tema de los afectos que mueven al protagonista. El amor fraterno que lo mueve a reunirse con su hermano perdido, por quien se sentirá con fuerzas para atravesar el vasto territorio de costa a costa. Vemos también, al inicio, la amistad con James y su familia.

Se trata de un viaje cíclico, también interior, donde las dos personalidades de Håkan se alternan. El hombre bestial se vuelve afectuoso y más “normal” cuando se cruza con Helen, y el lector puede adivinar que sienten algo el uno por el otro. Es muy interesante la escena en la que Helen se esfuerza en saber y pronunciar bien el nombre de nuestro héroe. Hay que tener en cuenta que decir en voz alta el nombre de una persona, conocerlo, escribirlo en un papel, es un signo de afecto.

El otro afecto humano de Håkan está relacionado con la salvación. En este caso es Asa quien le salva del malvado sheriff. Cuando los encontramos durmiendo, abrazados constatamos que confían el uno en el otro y que su afecto es sincero. Tengamos en cuenta en este punto que Håkan, dentro de su personalidad de animal humano superviviente, desconfía de todo el mundo. El autor nos remarca que esta proximidad de ambos a la hora de dormir, se repite, y la plasma en detalle en dos momentos de este capítulo. Quizás podemos ver aquí un homenaje a Annie Proulx y su “Brokeback mountain” por cuanto esta novela que estamos analizando también tiene parte de “antiwestern”. No he encontrado en otros libros más ejemplos de dos hombres durmiendo abrazados en el salvaje oeste americano. Tendríamos que preguntarle a Hernán Díaz para contrastarlo, pero me cuesta mucho pensar que todo sea fruto de la casualidad. Si hablamos de otras posibles influencias presentes en la novela, quizás haya que sacar a la luz la impactante historia “real” narrada en el libro de Jon Krakauer “Into the wild” que se tradujo como “Hacia rutas salvajes” y que describe la aventura que vivió en abril de 1992 un joven de 24 años llamado Chris McCandless, solo y con poco equipado para los rigores del clima del lugar, en territorio hostil de Alaska, precisamente como nuestro Håkan. Recordemos que la acción nos lleva a Alaska al principio y al final del libro. Me pregunto si también se trata de una casualidad, o Díaz, por contra, conocía la historia antes de escribir su novela. También se hizo una película que dirigió Sean Penn en el año 2007, que tiene por título “Into the wild” y que se basa en esa historia. Si no la habéis visto, os la recomiendo, sobre todo ahora que se han puesto de moda las películas de supervivencia como la premiada “La sociedad de la nieve”. Estoy seguro de que vais a encontrar muchas similitudes entre el personaje de Christopher McCandless y el de Håkan Söderström.