En pocas palabras, ‘Una educación’ son las memorias de Tara Westover (1986, Idaho) donde narra cómo es crecer en una familia de mormones fundamentalistas. Para la versión en muchas palabras, sigue leyendo.
Si ‘Una educación’ fuera una novela, sin duda sería el mejor y más duro coming of age o novela de crecimiento que he leído. Sin embargo, por mucho que mientras lees cuesta creer que esto ha podido pasar, la realidad siempre supera a la ficción y estas páginas ponen ante tus ojos una realidad que pone los pelos de punta.
Pertenecer a una familia de mormones fundamentalistas supone muchas cosas como vivir preparándose para el fin de los días, no tener partida de nacimiento (porque has nacido en casa), no pisar un hospital bajo ninguna circunstancia y no ir a la escuela. Es cierto que la idea es estudiar en casa, pero, si tus padres tampoco han estudiado, ¿cómo van a enseñarte? Ah, y si eres mujer, tu objetivo será (sorpresa, sorpresa) casarte y ser madre. Y apoyar en todo a tu marido.
La situación de Tara es, desde luego, compleja, y es aún peor porque su padre, además de fanático sufre constantes delirios, paranoia, crisis que acaban violentamente y absoluta ceguera ante el peligro. ¿Cómo crecen las personas con ese modelo? ¿Cómo habría sido la vida de esa familia si un médico hubiera podido diagnosticar a ese hombre?
Tara presenta su historia en forma de una colección ordenada de recuerdos de diferentes momentos que marcaron su vida de una forma u otra. Así, se siente como algo totalmente orgánico, puesto que cuando echamos la vista atrás, es así como vemos nuestra vida. Una narración sencilla, que no necesita florituras para impactar.
Un libro que lees acongojada, angustiada, sobre la soledad de Tara cuando intenta conocer vida más allá de las montañas de Idaho. Salir significa aislamiento perpetuo, convertirse en enemigo, estar perdida y sin salvación a ojos de su familia. Querer abrir los ojos, saber, estudiar, vivir, pensar… supone decir adiós a todo lo conocido y ‘traicionar’ a tu comunidad. Quedarse, sin embargo, significa morir en vida, y quizá, morir de verdad también. Irse es asumir que para siempre vivirá en conflicto, incompleta, con una enorme mochila a cuestas: la del rechazo, la de la vida que pudo ser, la del miedo a haber elegido mal. Y esa mochila pesa mucho.
Una llamada de atención fundamental a la importancia de recibir una educación, y que esta se aleje de cualquier fanatismo, que desarrolle el pensamiento crítico. Una educación que de alas. Al mismo tiempo, nos recuerda que la educación es un privilegio, para acceder a ella y también el poder disfrutarla a nivel económico.
‘Una educación’ también aborda el tema de la violencia desde el punto de vista de la víctima. La sensación de vulnerabilidad, el vínculo de dependencia con el maltratador cuando este está en casa, los mecanismos mentales de disociación que pueden darse para sobrevivir, la vergüenza, la culpabilidad de ser feliz… la enorme lacra que esto supone para una persona a la que no se ha enseñado a pedir ayuda, ¿cómo hacer frente a todo esto sin hundirse, sin desaparecer?
Un testimonio que, pese a su crudeza, no enjuicia y en cada frase ves el conflicto de la autora al poner por escrito detalles de la vida en su casa. Un libro que me atrapó de principio a fin, en el que he tenido que hacer descansos para recuperarme y para reflexionar. Una historia que no se olvida y que espero de todo corazón que su escritura sirviera, al menos en parte, de catarsis para Tara.
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