Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Hasta el día de hoy, no he sido capaz de romper la conexión entre este chico, Peeta Mellark, el pan que me dio esperanza y el diente de león que me recordó que no estaba condenada.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Hasta el día de hoy, no he sido capaz de romper la conexión entre este chico, Peeta Mellark, el pan que me dio esperanza y el diente de león que me recordó que no estaba condenada.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Así que, después, cuando me susurra: Me amas. ¿Real o no? Yo respondo: Real. |
Los juegos del hambre de Suzanne Collins
—Bueno, a ver… Supongo que el primer día de clase. Teníamos cinco años y tú llevabas un vestido de cuadros rojos y el pelo…, el pelo recogido en dos trenzas, en vez de una. Mi padre te señaló cuando esperábamos para ponernos en fila. —¿Tu padre? ¿Por qué? —Me dijo: «¿Ves esa niñita? Quería casarme con su madre, pero ella huyó con un minero». |
Los juegos del hambre de Suzanne Collins
A veces, a las personas les ocurren cosas que no están preparados para afrontar.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Recuerda que estamos locamente enamorados, así que puedes besarme cuando quieras.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
No quiero que me cambien ahí fuera, que me conviertan en una especie de monstruo, porque yo no soy así. (...) Cuando llegue el momento estoy seguro de que mataré como todos los demás. No puedo rendirme sin luchar. Pero desearía encontrar una forma de... de demostrarle al Capitolio que no le pertenezco, que soy algo más que una pieza de sus juegos.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Recuerda que estamos locamente enamorados, así que puedes besarme cuando quieras.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Me he pasado tanto tiempo asegurándome de no subestimar a mis contrincantes que se me había olvidado que sobreestimarlos es igual de peligroso.
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Trilogía Juegos del hambre de Suzanne Collins
Hasta el día de hoy, no he sido capaz de romper la conexión entre este chico, Peeta Mellark, el pan que me dio esperanza y el diente de león que me recordó que no estaba condenada.
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En llamas de Suzanne Collins
Por el rabillo del ojo veo que Peeta me ofrece la mano y lo miro, vacilante.- ¿Una última vez? ¿Para la audiencia? - me dice, no en tono enfadado, sino hueco, lo que es mucho peor.El chico del pan empieza a alejarse de mí.Lo cojo de la mano con fuerza, preparándome para las cámaras y temiendo el momento en que no me quede más remedio que dejarlo marchar.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Es el primer beso del que ambos somos plenamente conscientes. Ninguno está debilitado por la enfermedad o el dolor, ni tampoco desmayado; no nos arden los labios de fiebre ni de frío. Es el primer beso que de verdad hace que se me agite algo en el pecho, algo cálido y curioso. Es el primer beso que me hace desear un segundo.
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Sinsajo de Suzanne Collins
Por muy mal que te haga sentir, vas a matar a otros seres humanos, porque la arena sólo te permite un deseo, y es un deseo muy caro. Te cuesta la vida.
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En llamas de Suzanne Collins
Katniss Everdeen, la chica en llamas, ha encendido una chispa que, si no se apaga, podría crecer hasta convertirse en el incendio que destruya Panem.
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Los juegos del hambre de Suzanne Collins
Recuerda una cosa; aunque no se pueda apostar, si pudiera lo haría por ti.
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Sinsajo de Suzanne Collins
Asi que, despues, cuando me susurra: -Me amas. ¿Real o no? Yo respondo: -Real. |
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Sinsajo de Suzanne Collins
¡El fuego se propaga! -grito, decidida a que oiga todas y cada una de mis palabras-. ¡Y si nosotros ardemos, tu arderas con nosotros!
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