Los juegos del hambre de Suzanne Collins
—Bueno, a ver… Supongo que el primer día de clase. Teníamos cinco años y tú llevabas un vestido de cuadros rojos y el pelo…, el pelo recogido en dos trenzas, en vez de una. Mi padre te señaló cuando esperábamos para ponernos en fila. —¿Tu padre? ¿Por qué? —Me dijo: «¿Ves esa niñita? Quería casarme con su madre, pero ella huyó con un minero». |