Poesía de Rubén Darío
Tengo la sensación de que siento y que vivo a su lado una vida más intensa y más dura. |
Poesía de Rubén Darío
Tengo la sensación de que siento y que vivo a su lado una vida más intensa y más dura. |
Poesía de Rubén Darío
Pues el caso es verdadero; yo soy el herido, ingrata, y tu amor es el acero: ¡si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me mata! |
Poesía de Rubén Darío
En la vida hay crepúsculos que nos hacen llorar, porque hay soles que pártense y no vuelven jamás. |
Poesía de Rubén Darío
[...] arda tu corazón sin razón, y ten la ducha que espero, pero dentro de tu corazón. |
|
Poesía de Rubén Darío
[...] de toda ilusión fugaz, pues el tiempo al amor muerde y la ilusión que se pierde ya no nos vuelve jamás. |
Poesía de Rubén Darío
[...] sé parecida a la estrella; toda luz, todo claror. ¡Vuela del mundo pequeño, sé parecida al ensueño, al ensueño y al amor! |
Poesía de Rubén Darío
¡Ya tengo miedo de querer!, puesto que aquello que es querido se está en peligro de perder por engaño, o ausencia u olvido. Y si es querer a una mujer, como me enseñó a padecer tal o cual pasado amor mío, sería en mi alma desvarío el repetir y recaer. |
Poesía de Rubén Darío
Peregrino que vas buscando en vano un camino mejor que tu camino, ¿cómo quieres que yo te dé la mano, si mi signo es tu signo, Peregrino? No llegarás jamás a tu destino; llevas la muerte en tu como el gusano que te roe lo que tienes de humano..., ¡lo que tienes de humano y de divino! ¡Sigue tranquilamente! ¡Oh, caminante!, todavía te queda muy distante ese país incógnito que sueñas... ...Y soñar es un mal. Pasa y olvida, pues si te empeñas en soñar, te empeñas en aventar la llama de tu vida. |
Poesía de Rubén Darío
Un día estaba yo triste, muy tristemente viendo cómo caía el agua de una fuente; era la noche dulce y argentina. Lloraba la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista, diluía la lágrima de un misterioso artista. Y ese artista era yo, misterioso y gimiente, que mezclaba mi alma al chorro de la fuente. |
Poesía erótica de Rubén Darío
Ámame, así, fatal, cosmopolita,universal, inmensa,única,sola y todas; misteriosa y erudita,ámame mar y nube, espuma y ola.
|
Rubén Darío
Sonatina La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca de fresa, que ha perdido la risa, que ha perdido el color. La princesa está pálida en su silla de oro, está mudo el teclado de su clave sonoro y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. Parlanchina, la dueña, dice cosas banales, y vestido de rojo piruetea el bufón. La princesa no ríe, la princesa no siente; la princesa persigue por el cielo de Oriente la libélula vaga de una vaga ilusión. ¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China, o en el que ha detenido su carroza argentina para ver de sus ojos la dulzura de luz, o en el rey de las Islas de las Rosas fragantes, o en el que es soberano de los claros diamantes, o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, tener alas ligeras, bajo el cielo volar; ir al sol por la escala luminosa de un rayo, saludar a los lirios con los versos de Mayo , o perderse en el viento sobre el trueno del mar. Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, ni los cisnes unánimes en el lago de azur. Y están tristes las flores por la flor de la corte, los jazmines de Oriente, los nelumbios del Norte, de Occidente las dalias y las rosas del Sur. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules! Está presa en sus oros, está presa en sus tules, en la jaula de mármol del palacio real; el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus cien alabardas, un lebrel que no duerme y un dragón colosal. ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! (La princesa está triste. La princesa está pálida.) ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe (La princesa está pálida. La princesa está triste.) más brillante que el alba, más hermoso que Abril! «Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-; en caballo con alas, hacia acá se encamina, en el cinto la espada y en la mano el azor, el feliz caballero que te adora sin verte, y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, a encenderte los labios con un beso de amor. + Leer más |
Fue publicada en ...