Sencillez y elegancia en una historia mínima cuya sensibilidad debe correr por encima o por debajo de la zona de detección de mi radar porque no me ha dicho gran cosa. |
Sencillez y elegancia en una historia mínima cuya sensibilidad debe correr por encima o por debajo de la zona de detección de mi radar porque no me ha dicho gran cosa. |
Es indiscutible que Larkin tiene una forma muy bella de escribir, casi poética, pero no ha sido suficiente para que pudiera disfrutar de este libro y me da muchísima pena. El libro se divide en tres partes: presente, pasado y otra vez presente. Lo cierto es que empecé con muy buenas sensaciones, tanto su forma de escribir como lo que nos empieza a contar de la vida en Londres de la protagonista me tenía con ganas de saber más. Por desgracia, esa sensación no duró más de 1/3 del libro, después dejó de importarme la historia y no fui capaz de conectar con ninguno de los personajes, hasta el punto de aburrirme y querer terminar con la novela, algo que hace tiempo que no me ocurría. En definitiva, no considero que sea un mal libro, simplemente no ha sido ni el momento ni creo que sea para mí. |
De cómo viven los que estudian y de cómo crear lo soñado. Durante más de cuarenta años fui maestro en seis colegios públicos pero nunca cursé estudios universitarios. Con anterioridad a la década de los sesenta - cuando fui alumno - las llamadas “Escuelas Normales de Magisterio” proporcionaban titulación de Grado Medio. Lo cuento por confesar que desconozco el ambiente de estudios superiores. “Los crímenes de Oxford” de Guillermo Martínez me acercó al mundo de los colegios universitarios con sus investigaciones criminales. De Philip Larkin ignoraba todo. No había leído ni “Jill” (@impedimenta, 2021) ni “Una chica de invierno” (publicada en 1947 y por @impedimenta en 2015). En la revisión de 1963 de la primera (escrita con veintiuno años y publicada, al año siguiente, en 1946), el autor pide sinceramente “la indulgencia que tradicionalmente se le concede a las obras juveniles”. Al carecer de capítulos, sus pausas transmiten la sensación de una extensa narración que se desarrollada en plena II Guerra Mundial en Oxford (universidad y ciudad), en un ambiente donde los bombardeos alemanes se reduce a noticias llegadas por la prensa. Sus daños materiales y personales, salvo cuando se produce en la ciudad de origen de alguno de los protagonistas preocupan menos que la posibilidad de ser alistados al ejercito. La condición de becario del protagonista - John Kemp- de 18 años me identificó con el mismo. Estudioso, con buen expediente, de clase baja, hijo de policía y tímido. Su relato me recordaba mis sensaciones de becario en el extenso bachillerato y curso preuniversitario. No encajábamos en el ambiente elitista de los centros pero nuestros mimetismos resultaron perfectos . La ayuda del profesor señor Crouch al joven J. K. en el instituto de Huddlesford, su ciudad natal, para que continuara sus estudios la identifiqué con la recibida de los regentes de mi colegio. Jhon Kemp recurre para sobrevivir en su ambiente - donde parece no existir mucho tiempo tiempo para la vida académica, los estudios, ...- a la recreación de una chica anónima a la que pone el nombre de Jill (¿juventud?). Y toda la novela se hace más poética y, en mi opinión, más interesante que al relatarnos sus problemas con el arrogante, irresponsable y fiestero compañero de habitación de una clase superior y líder de vagos y pendencieros. Lo que contribuyen a un visión frívola, desoladora y pesimista de una generación de jóvenes agobiada por la incertidumbre de la guerra pero sabiéndose respaldados por sus acaudalados progenitores . Jill es creada de la costilla falsa de la hermana real de Jhon y salva al protagonista al despertar el interés de su compañero Christopher Warner y de su manada por J. K. y por su amada. Pero la femenina creación fantástica se hace carne, habita entre ellos... y es joven. La imaginativa creación y la real aparición de Jill da paso a un relato poético como corresponde a uno de los maestros de la literatura inglesa de los años cincuenta. Convirtiendo esta novela de campus en una narración de la principal de nuestras búsquedas: la del conocimiento de uno mismo. Mis padres nunca visitaron mi lugar de estudios. Y por ello no pudieron leer el lema de la misma, como lo hacen los padres de Jhon al final del relato: “Domimina nustio illumea”. Mis progenitores no la hubieran entendido. Los de este aprendiz del amor y de su perdida, no lo sé. ¿Y los de Philip Larkin cuando estuvo en dicha universidad? + Leer más |
En su primera obra narrativa, un relato de campus de amistad y pérdida, Larkin prefigura la poesía posterior.
Enlace: https://www.lne.es/cultura/2.. |
Llegué a este libro gracias a la lectura conjunta del mes de noviembre del Club Pickwick. No conocía al autor, pero al leer la sinopsis del libro, me cautivó totalmente. Y tengo que decir que es un libro que me ha gustado mucho. No es una historia de acción, sino de esas para disfrutar poco a poco de lo que te va contando. Todo empieza en Inglaterra, durante la segunda guerra mundial. La protagonista, Katherine (refugiada de la guerra) trabaja cómo asistente en una de las bibliotecas de la ciudad. Lleva una vida muy rutinaria, triste y marcada por la austeridad y la pobreza. Todo es monótono en su vida, y su única forma de escape es recordar tiempos pasados donde su vida era más alegre, y más concretamente, un verano en el cuál visitó por primera vez Inglaterra. Es un contraste entre la vida gris y uniforme del presente, y los días pasados en la campiña inglesa con la familia de su amigo Robin , donde todo era luz, naturaleza y tranquilidad. Durante todo la historia, se intuye un reencuentro con Robin, su amor de adolescencia. ¿Cómo será?, ¿habrá cambiado?, ¿Cómo le habrá afectado la guerra y qué recuerdo tendrá él de ella?..... La historia me ha cautivado, y me ha gustado mucho cómo discurre y el desenlace. + Leer más |
Gregorio Samsa es un ...