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Oso de Marian Engel
Porque lo que le disgustaba de los hombres no era su erotismo, sino que dieran por supuesto que las mujeres no tenían. Lo que las confinaba al papel de amas de casa.
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Oso de Marian Engel
Porque lo que le disgustaba de los hombres no era su erotismo, sino que dieran por supuesto que las mujeres no tenían. Lo que las confinaba al papel de amas de casa.
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Oso de Marian Engel
Dado que siempre intentaba ser ordenada y catalogar sus ideas y sentimientos, cuando la asaltaba la espantosa y anárquica voz interior tenía la cabeza bien surtida de argumentos eficaces. Para «¿Qué hago aquí?», por ejemplo, contaba con un listado enorme de respuestas. También tenía otro buen repertorio de respuestas para «¿Quién diantres te crees que eres, para aspirar a vivir?». Se justificaba alegando que ella era útil, que ordenaba fragmentos de vidas ajenas.
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Oso de Marian Engel
¿Dónde he estado?, se preguntó. ¿En una vida que ahora podría considerarse una ausencia de vida? Durante un tiempo las cosas le habían ido mal. No podía mencionar ningún problema en concreto; más bien era como si la vida, en general, la tuviese tomada con ella. Todo se empeñaba en volverse gris. |
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Oso de Marian Engel
¡Oh, se sentía sola, inconsolablemente sola...! Llevaba años sin sentir contacto humano. Siempre se le había dado mal. Era como si los hombres supieran que su alma estaba gangrenada. Las ideas estaban muy bien y ella podía esconderse en su trabajo y olvidarse por un tiempo.
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Oso de Marian Engel
Hizo ademán de volver a la casa porque fuera estaba oscuro, tenía frío y se sentía cansada, pero Homer se la quedó mirando, incómodo, balanceándose sobre los pies. Lou se preguntó si iba a tocarla o a criticarla. Quería entrar e instalarse. Había sido un día muy largo y tenía mucho en qué pensar. Estaba impaciente. —¿Alguien te ha hablado… del oso? — preguntó Homer. |
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Oso de Marian Engel
Ahora sabía que lo amaba. Un amor tan extravagante que el resto del mundo se había convertido en un estrecho nudo sin sentido, salvo por el paisaje que, neutral y ajeno a ellos, gozaba de sus propios orgasmos de verano.
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Oso de Marian Engel
¿Dónde he estado?, se preguntó. ¿En una vida que ahora podría considerarse una ausencia de vida? |
¿En qué año se publicó?