Oso de Marian Engel
Hizo ademán de volver a la casa porque fuera estaba oscuro, tenía frío y se sentía cansada, pero Homer se la quedó mirando, incómodo, balanceándose sobre los pies. Lou se preguntó si iba a tocarla o a criticarla. Quería entrar e instalarse. Había sido un día muy largo y tenía mucho en qué pensar. Estaba impaciente. —¿Alguien te ha hablado… del oso? — preguntó Homer. |