El amante de Marguerite Duras
¿-De qué tienes miedo? ¿De los tigres o de la gente? Ella dice, grita: -De la gente. De ti. De ti. [...] |
El amante de Marguerite Duras
¿-De qué tienes miedo? ¿De los tigres o de la gente? Ella dice, grita: -De la gente. De ti. De ti. [...] |
El amante de Marguerite Duras
[...] la mira muy fuerte y sus ojos se cierran ante el impacto del pensamiento atroz de perder a la niña. Dice: -He empezado a sufrir por la separación contigo. Me vuelvo loco... No puedo apartarte, es imposible, y voy a hacerlo, lo sé. |
El amante de Marguerite Duras
-Para cuando mueras... da lo mismo. -Sí. Callan. Ella va a ponerse pegada a él. No pide nada. Dice: -Es cierto que nos dejaremos para siempre. Lo olvidábamos, ¿no crees? |
El amante de Marguerite Duras
[...] son heroicos por haber soportado esas cosas. Su locura, ella. Dice que ya no espera nada. Sólo la muerte. La niña calla. Se prohibe llorar. Llora pese a todo. Ella decía que es igual en el mundo entero. Que así era la vida. |
El amante de Marguerite Duras
Ella se mira a sí misma -se ha acercado a su imagen. Se acerca aún más. No se reconoce muy bien. No entiende qué ha pasado. Lo entenderá años más tarde: tiene ya el rostro destruido de toda su vida.
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El amante de Marguerite Duras
Es en la mitad que él sostiene sobre ella en la que se adivinaría que va a amarla, que no se equivoca. Él está en una especie de continua emoción, de que ella hable o calle. Para él, el amor habría podido empezar allí. La niña le llena de miedo y alegría.
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El amante de Marguerite Duras
Está contenta. Ninguno de los dos se da cuenta de que el amor está allí. El deseo se distrae todavía.
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El amante de Marguerite Duras
-Nunca haces nada, nunca... nunca haces algo... -Nunca. Ella sonríe. Dice: -Dices "nunca" como si dijeras "siempre". |
El amante de Marguerite Duras
Ella despierta. Se miran. Y con esa mirada, la reciprocidad muda de esa mirada, el amor retenido hasta entonces llega a la habitación. |
El amante de Marguerite Duras
-Debes de estar siempre un poco triste, ¿no?... Silencio. Ella sonríe. Dice: -¿Siempre un poco triste...? Sí... tal vez... no sé... |
El amante de Marguerite Duras
-Me he puesto a enamorarme de ti tal vez. En los ojos de la niña cierto temor. Calla. |
El amante de Marguerite Duras
La niña intenta superar una especie de inquietud, pero no lo consigue, nunca lo conseguirá del todo. La inquietud permanecerá hasta su separación.
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El amante de Marguerite Duras
Nunca, en los meses que siguieron, hablaron del espantoso dolor de aquel deseo.
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El amante de Marguerite Duras
Ella se queda junto a él, el rostro oculto por él. Dice: -Vuelvo a desearte. Te deseo, no puedes imaginar cuánto... Él dice que no debe decir eso. Ella promete. Nunca más. Y luego él le dice que él también la desea, de la misma manera. |
El amante de Marguerite Duras
-Tú ya no sabes nada. Tienes que saberlo, esto. Nada. Crees que sabes y no sabes nada. No es culpa tuya. Es así. No es nada. Nada. No debes hacerte daño con esto.
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El amante de Marguerite Duras
Prisionero en su diferencia para con los demás, solo en ese palacio de su soledad, tan lejos, tan solo que es como si fuera el nacer de cada día, el vivir.
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El amante de Marguerite Duras
La historia ya está ahí, inevitable ya, la de un amor cegador, siempre por venir, jamás olvidado. |
El amante de Marguerite Duras
A veces no regreso al pensionado, duermo a su lado. No quiero dormir en sus brazos, en su calor, pero duermo en la misma habitación, en la misma cama. A veces falto al instituto. Por la noche vamos a cenar a la ciudad.
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Emily L. de Marguerite Duras
Te sigo hablando del miedo. Intento explicarte. No lo consigo. Digo: está en mí. Segregado por mí. Vive con una vida paradójica, genial y celular a la vez. Está ahí. sin lenguaje para expresarse. Como mucho, es una crueldad desnuda, muda, de mí a mí, albergada en mi cabeza, en el calabozo mental. Hermética. Con boquetes abiertos a la razón, la verosimilitud, la claridad.
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El dolor de Marguerite Duras
He entrevisto que un futuro posible llegaría, que una tierra extraña emergería de este caos y que en ella nadie esperaría ya. Para mí no hay sitio en ningún lugar de aquí, no estoy aquí sino allá, con él, en esa zona inaccesible a los demás, hermética para los demás, en la que me abraso, en la que los hombres se matan. La ciudad iluminada ha perdido para mí todo significado excepto éste: es un signo de muerte, signo de mañana sin ellos.
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Cual es el nombre completo de Dumbeldore?