Mujercitas de Louisa May Alcott
Si usase un carruaje tirado por seis caballos blancos, comiese en platos de oro y nevase diamantes y vestidos de encaje todos los días, no me sorprendería.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Si usase un carruaje tirado por seis caballos blancos, comiese en platos de oro y nevase diamantes y vestidos de encaje todos los días, no me sorprendería.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
A Jo le gustó oír aquello, y la recién adquirida dignidad de su amigo le pareció entrañable, pero ver que su muchacho se había convertido demasiado rápido en hombre le provocaba una mezcla de pesar y alegría.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Te creo, de verdad, pero nunca podremos volver a ser los niños que fuimos, Teddy, los buenos y viejos tiempos nunca volverán y no podemos esperar que eso ocurra.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
No se rían de las solteronas, jovencitas, porque suelen ser muy sensibles y ocultan trágicas historias de amor en corazones que laten quedamente bajo sobrios vestidos, y sus silente renuncia a la juventud, la ambición y el amor vuelve sus apagados rostros especialmente hermosos a los ojos de Dios.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Tienes razón en una cosa: me siento sola y tal vez si Teddy hubiese insistido le habría aceptado, no porque le ame, sino porque ahora valoro más el ser amada que cuando él se marchó.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
No era justo, ella se esmeraba más que Amy por ser buena pero, lejos de premiarla por ello, la vida le pagaba con más decepciones, problemas y trabajo duro.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Dejemos que los jóvenes actúen como jóvenes y, si necesitan entregarse a al disipación, que así sea, pero las madres, hermanas y amigas pueden ayudarlos a minimizar los riesgos y los daños mostrándoles que virtudes como la lealtad hacen a los hombres mucho más atractivos a los ojos de una mujer.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Desechar todos los regalos que nos brinda la vida porque no nos da el que queremos es una mezquindad.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
No me llames como lo hace ella - Laurie levantó una mano para impedir que Amy siguiese hablando con ese tono, mitad comprensivo, mitad reprobador, tan propio de su hermana.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Él estaba ausente, perdido en sus ensoñaciones, como si se hubiese olvidado por completo de Amy.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
El reino que mayor felicidad puede aportar a una mujer es su hogar y que saber dirigirlo, no como reina sino como madre y esposa, es, además de un arte, un gran honor.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Estoy más guapa que nunca, pero nadie se fija en mí porque estoy casada.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
A los veintitrés, la vida social es un bálsamo para la frustración y verse rodeado de belleza, luz, música y movimiento hace que el entusiasmo crezca, la sangre se altere y el ánimo se eleve.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Disfrutaba de esa deliciosa sensación de poder que embarga a una joven cuando pisa por primera vez un reino nuevo y fascinante en el que será la protagonista absoluta por su belleza, su juventud y su condición de mujer.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Pero no estaba "bien" y Jo sí se preocupó. Porque desde aquel día en que el joven descansó su cabeza en su hombro minutos después de haber hecho la temible pregunta, ella se sentía como si hubiese apuñalado a un amigo y, cuando él se marchó, sin volver la vista atrás supo que el Laurie que ella conocía no volvería jamás.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Nada más, salvo decir que no creo que me case jamás. Estoy muy bien así, valoro mi libertad y no tengo prisa por perderla a cambio de ningún hombre.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Al cabo de un tiempo, lo superarás y encontrarás a una joven encantadora y culta que te adorará y cumplirá de maravilla el papel de señora en tu fantástica casa. Yo no podría. Soy poco atractiva, torpe, rara y vieja, te avergonzarías de mí, estaríamos todo el día peleándonos ...
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Laurie era un joven enamorado. Su amor era sincero y quería explicarse, aunque muriese en el intento. Abordó el asunto con la impetuosidad que le caracterizaba, pero con una voz que, de vez en cuando, temblaba, por mucho que se esforzase por comportarse como un hombre y mantener a raya la emoción.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Se sintió mucho más preparada para el tête à tête previsto pero, cuando vio surgir en el horizonte la figura robusta de su amigo, le entraron ganas de dar media vuelta y echar a correr.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
¡Cómo me gustaría no tener conciencia! Es un incordio. Si no me preocupase actuar bien, no me sentiría mal al no hacerlo y lo pasaría en grande. A veces, no puedo por menos de desear que papá y mamá no hubiesen sido tan escrupulosos en estas cosas.
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Gregorio Samsa es un ...