Mujercitas de Louisa May Alcott
Pero no estaba "bien" y Jo sí se preocupó. Porque desde aquel día en que el joven descansó su cabeza en su hombro minutos después de haber hecho la temible pregunta, ella se sentía como si hubiese apuñalado a un amigo y, cuando él se marchó, sin volver la vista atrás supo que el Laurie que ella conocía no volvería jamás.
|