LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
»Pones mi mundo patas arriba. Te he dicho cosas que nunca tenía intención de compartir con nadie. Por ti he cambiado los planes que tenía. He bailado contigo. —Sonrió—. O al menos lo he intentado.
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LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
»Pones mi mundo patas arriba. Te he dicho cosas que nunca tenía intención de compartir con nadie. Por ti he cambiado los planes que tenía. He bailado contigo. —Sonrió—. O al menos lo he intentado.
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LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
(…) debe de ser usted un ángel. —¿Soy un ángel? —Sí. Un ángel que ha venido a ponerme a prueba. Mi propia y tormentosa tentación. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
Griffith soltó un suspiro. —Pero yo no quiero cortejar a la señorita Breckenridge. —Sí quieres —declararon cuatro voces al unísono. —Descartar a parte de esa multitud debería darte el tiempo suficiente para que llegues a esa conclusión por ti mismo. —Georgina usó un dedo para remover las galletas que quedaban en un plato pequeño antes de escoger una de jengibre. —Harías bien en intentarlo —dijo Miranda, tomando una de las galletas que Georgina le había pasado—. A menos que decidas que lo que realmente quieres es un matrimonio sin amor. Porque a la señorita St. Claire no le interesas en absoluto. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
(…) Puede que el amor fuera una apuesta con la que pudiera conseguir todo lo que deseaba para ella y su familia, pero tal y como podía atestiguar la mujer que dormía en la habitación contigua, también era una apuesta en la que se podía perder muy fácilmente.
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LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
(…) Estaba claro que su excelencia estaba intentando aprovechar al máximo cada momento que podía tener con Frederica. Eso estaba bien. Le gustaba que alguien en Londres mirara más allá de la desafortunada nariz de su prima y viera lo maravillosa que era. Alguien que de verdad estuviera dispuesto a hacer algo al respecto. Cualquier envidia que estuviera sintiendo podía considerarse la penitencia que le tocaba cumplir por sumirse en una vida de engaño. La agonía de encontrar algo que podía aprender a querer, pero que nunca podría obtener, no era más que lo que se merecía. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
—Señorita Breckenridge, permítame decirle lo resplandecientes que son sus dientes. Si fuera un caballo, pujaría por usted hasta conseguirla. Isabella parpadeó, esforzándose por mantener la sonrisa a pesar de que empezaban a dolerle las mejillas. Sabía que en esa extraña declaración se escondía un cumplido, pero no tenía muy claro si quería saber cuál era. Lo único que podía hacer era dar las gracias por no ser un caballo y que la condujeran al salón de subastas para terminar siendo propiedad del mejor postor. |
LA DAMA DE RIVERTON de Kristi Ann Hunter
Tendría que haberse dado cuenta de que cualquier pacto con el diablo siempre esconde más de lo que en un principio parece y ahora estaba inmersa en un profundo lago de mentiras y medias verdades. Abrió el estuche y volvió a mirar las joyas. Tan brillantes, tan relucientes… y tan falsas como ella. Aunque servían para un propósito, igual que ella. Cerró la tapa con decisión y apretó el estuche contra su pecho. |
Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
En el momento en que la vio parpadear, sin duda ajustando su visión a las lentes, se prometió a sí mismo que, no importaba como hubiera sido su vida antes, él haría todo lo que estuviera en sus manos para que tuviera un futuro mejor. Empezando por esa misma noche.
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Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
Trent estaba convencido de que algún día podría mirar a su esposa vestida para acudir a algún evento nocturno y no le faltaría el aliento. De que algún día su corazón no se olvidaría de latir durante un instante y mantendría un ritmo constante en su presencia. Sí, algún día lo conseguiría. Pero no ese día. (…).
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Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
Lo que hacía unos días le había parecido una idea descabellada y casi ridícula ahora se había transformado en el plan de batalla para conseguir lo que deseaba más que nada en la vida. Porque ya no deseaba simplemente a su esposa. Ahora quería a Adelaide. |
Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
(…) Que su madre no le hiciera caso y ser el segundo plato de su padre nunca antes le había importado, posiblemente porque era lo único que había conocido, pero empezaba a preguntarse qué podía tener de malo para que todos quisieran ocultar su existencia al mundo entero.
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Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
Lady Adelaide Bell (suponía que ahora lady Adelaide Hawthorne) siempre había pensado que el día que su madre por fin estuviera orgullosa de ella sería el día más feliz de su vida. Qué equivocada había estado. |
Cortejo en Mount Street de Kristi Ann Hunter
—¿Cuándo te has vuelto tan sabio? Trent le devolvió la sonrisa e hizo todo lo posible por parecer un niño para que Griffith volviera a ser un hermano mayor «joven». —Cuando empecé a intentar parecerme a ti. |
POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
(…) Estoy empezando a pensar que nunca me casaré y me he planteado la idea de usar mi dote y mi herencia para instalarme sola en algún sitio. Georgina será presentada en sociedad este año y va a ser muy popular. Y… yo…. —Se le llenaron los ojos de lágrimas y se atragantó con un sollozo.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
(…) La atracción que sentía por él le parecía tan inapropiada en tantos sentidos que no se veía capaz de enumerarlos todos.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
¿Qué hacía, preguntándole ese tipo de cosas? No importaba que fuera el hombre más atractivo que había conocido en la vida ni que se descubriera deseando que llegara su siguiente encuentro con su profunda conversación. No obtendría nada de esa relación. Aunque fuera un caballero arruinado, tendría que ser ella quien diera el primer paso. Él no podría cortejarla desde el vestidor de su hermano.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
(…) Era el sirviente más ilustrado que había conocido en la vida. Era el sirviente más raro que había conocido en la vida. |
POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
(…) Su futuro estaba en las manos de un hombre al que jamás había visto, de un hombre cuyas amistades tampoco habían visto.
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POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
La vida era extraña. Como sirviente, podía llamar a su puerta, quedarse a solas con ella en una estancia o incluso acompañarla en alguna salida, pero no podía hablar de igual a igual. El inesperado regalo de las cartas le ofrecía una oportunidad para hacerlo. Seguramente fuera una bajeza por su parte jugar con ella. Desde luego que no era propio de un caballero. Sonrió mientras el sueño empezaba a hacer mella en él. Tal vez no fuera de buena educación, pero sí que era divertido. |
POR FIN EN MARSHINGTON ABBEY de Kristi Ann Hunter
Su carta iba camino de Londres. Alguien iba a verla. Era imposible ocultar semejante escándalo y no acabar siendo pasto de los cotilleos. No solo le escribía cartas íntimas a un hombre con quien no la unía relación o parentesco alguno, sino que había confesado que sentía celos de su hermana. Cualquier esperanza de obtener una mínimo de éxito durante esa temporada social se había desvanecido.
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Cual es el nombre completo de Dumbeldore?