Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
La historia de Vietnam y los vietnamitas se vive, se amplifica, vuelve compleja sin ser escrita ni contada.
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
La historia de Vietnam y los vietnamitas se vive, se amplifica, vuelve compleja sin ser escrita ni contada.
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Em de Kim Thúy
Si se os encoge el corazón al leer estas historias de locura previsible, de amor inesperado o de heroísmo ordinario, pensad que toda la verdad muy probablemente os habría provocado, o bien un paro cardíaco, o bien un acceso de euforia. En este libro, la verdad aparece fragmentada, incompleta, inconclusa en el tiempo y en el espacio. Entonces, ¿sigue siendo la verdad? La respuesta la dejo a vuestra elección: será el eco de vuestra propia historia, de vuestra propia verdad. Mientras tanto, en las palabras que siguen os prometo cierto orden en las emociones y un desorden inevitable en los sentimientos.
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Me di cuenta de que mi madre me había enseñado sobre todo a ser invisible, o al menos a transformarme en sombra, para que nadie pudiese atacarme, para atravesar paredes y confundirme con el entorno.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Había conocido a madres que no habían elegido enviar a sus hijos al frente, que no habían elegido el compromiso político, que solamente tenían la esperanza de que sus hijos las sobrevivieran.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Desde la llegada de los primeros tanques comunistas a Saigón, mi abuelo nos ordenó quemar los libros de contenido político. A lo largo de las semanas siguientes desgarramos también los libros de historia, las novelas y las antologías de poesía para eliminar al menos una acusación de traición por posesión de instrumentos antirrevolucionarios.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“No hacía falta que reflexionasen ni eligiesen su oficio ni su porvenir, pues el gobierno ya había decidido por ellos.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Cada uno de los miembros de la familia es solidariamente responsable de todos los demás. Los más fuertes llevan a los más débiles. De otro modo, sus éxitos se verían empañados por su falta de sentido del deber y de reconocimiento hacia su clan. Asimismo, cada uno se siente y se muestra culpable de los errores los demás.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“A diferencia de la cultura occidental, que alienta la expresión de los sentimientos y las opiniones, los vietnamitas se los guardan celosamente para ellos o los verbalizan sólo con mucho comedimiento porque ese espacio interior constituye el único lugar inaccesible a los demás.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“En aquel universo aislado, bastaba el menor vínculo para entablar amistad. Dos compañeras de clase se convertían en hermanas, dos oriundos de la misma ciudad se prestaban ayuda como primos, dos huérfanos formaban una familia.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Por el aire sólo viajaban los mensajes del gobierno que proyectaban los altavoces para recordar el día de la limpieza grande, en el que todos los habitantes del barrio debían sacar la escoba al mismo tiempo para limpiar las calles; o para anunciar el proceso iniciado por tres vecinos contra un antiguo abogado que durante una discusión había osado citar el Código Napoleónico; o para denunciar a las familias que habían celebrado una boda con demasiada felicidad o llorado con demasiado fervor la pérdida de un ser querido. “
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“En 1954, el paralelo 17 partía Vietnam en dos. En 1975, el 30 de abril trazaba una línea que marcaba la frontera entre el antes y el después, entre el fin de una guerra y lo que le seguía, entre el poder y el miedo.” |
Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Francia se ocupaba de la instrucción de sus súbditos, pero no otorgaba el mismo valor a los títulos obtenidos en las colonias. [...] Por el contrario, las exigencias escolares y las preguntas de los exámenes eran las mismas.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
“Sabía que los dos mayores tendrían que marcharse al campo de batalla el día en que cumplieran dieciocho años. Podían mandarlos a Camboya a combatir contra el Pol Pot o a la frontera con China: los dos destinos les reservaban la misma suerte, la misma muerte.”
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Vi. Una mujer minúscula de Kim Thúy
Mi cuerpo había adoptado la forma del de mis hermanos y mi madre. Dormía entre sus brazos, sus costillas y los baches del suelo. ¿Cómo encontrarse de un día para otro sola en la blandura del colchón sin que me envolviese el sudor de mi familia, sin que me acunase su aliento? ¿Cómo perder, de repente, la presencia permanente de mi madre? ¿Cómo encontrar el camino ante un horizonte sin fin, sin alambres de espino, sin guardianes?
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Ru de Kim Thúy
Se suele olvidar la existencia de todas aquellas mujeres que cargaron con Vietnam a sus espaldas mientras sus maridos o sus hijos llevaban sobre las suyas las armas. Se las olvida porque, bajo su sombrero cónico, no miraban al cielo. Sólo esperaban que el sol cayera para poder desvanecerse más que dormirse. Si se hubieran tomado el tiempo necesario para que el sueño acudiera a ellas, se habrían imaginado a sus hijos hechos pedazos o el cuerpo de sus maridos florando en un río como un pecio. Los esclavos de las Américas sabían cantar su pena en los campos de algodón. Aquellas mujeres, en cambio, dejaban que su tristeza creciera en las alcobas de su corazón. Aquellos dolores les resultaban tan pesados que ya no podían levantarse. No podían erguir su encorvado espinazo, doblegado por el peso de su tristeza. Cuando los hombres salieron de la jungla y volvieron a caminar por los diques de tierra, alrededor de sus arrozales, las mujeres siguieron llevando sobe su espalda el peso de la historia muda del Vietnam. La mayoría de ellas se extinguió así bajo ese peso, en silencio.
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Gregorio Samsa es un ...