La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
¿A quién le importa la política cuando uno arde de ganas de vivir? ¿De ganas de todo lo que está vivo? A mí por lo menos no. Pág. 183 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
¿A quién le importa la política cuando uno arde de ganas de vivir? ¿De ganas de todo lo que está vivo? A mí por lo menos no. Pág. 183 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
Lo de despertarme allí por la mañana completamente solo me producía una sensación muy especial, era como si el vacío no solo estuviera a mi alrededor, sino también dentro de mí. Pág. 56 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
La cuestión sobre la felicidad es banal, pero no lo es la siguiente pregunta, la que trata del sentido. Se me saltan las lágrimas cuando veo una hermosa pintura, pero no cuando miro a mis hijos. Eso no significa que no los quiera, porque sí los quiero, con todo mi corazón, sólo significa que el sentido que proporcionan no puede llenar una vida. Pág. 47 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
[…] felicidad. ¿Y no basta con eso? Pues sí, si la felicidad hubiera sido el objetivo habría bastado. Pero la felicidad no es mi objetivo, nunca lo ha sido, ¿para qué sirve la felicidad? Pág. 46 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
Lo único que no envejece de la cara son los ojos. Son igual de claros el día en que nacemos que el día que morimos. Es cierto que sus venas pueden reventar y las retinas se vuelven más mates, pero su luz no cambia nunca. Pág. 35 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
Cuando ahora escribo esto han pasado más de treinta años. En la ventana frente a mí veo el reflejo de mi propio rostro. Aparte del ojo, que brilla, y justo la parte de abajo, que refleja una luz mate, todo el lado izquierdo está en sombra. Dos profundos surcos bajan por la frente, y un profundo surco baja por cada mejilla, todos como llenos de oscuridad, y con los ojos mirando fijamente, serios, y las comisuras de los labios hacia abajo, resulta imposible no pensar en este rostro como sombrío. Pág. 34 |
La muerte del padre de Karl Ove Knausgård
El sentido requiere plenitud, la plenitud requiere tiempo, el tiempo requiere resistencia. El conocimiento es igual a distancia, el conocimiento es estancamiento y enemigo del sentido. Pág. 18 |
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