Mientras estamos muertos de José Ovejero
Yo querría que mi mundo fuese una terraza con vistas a un mar moderadamente agitado, escuchar el rumor pero no el estruendo.
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
Yo querría que mi mundo fuese una terraza con vistas a un mar moderadamente agitado, escuchar el rumor pero no el estruendo.
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Escritores delincuentes de José Ovejero
En la buena literatura, como en la vida, resulta imposible saber por qué las personas actúan de una determinada manera.
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
Lo he contado ya, todo esto lo he contado ya, en novelas y en cuentos. Esa vida áspera de mi infancia, la brutalidad indiferente en el colegio, la competición que manteníamos para humillar a los compañeros más débiles, los celos que mi padre sentía hacia mí y cómo me hacía pagar que mi madre fuese tan cariñosa conmigo… Escribir es rememorar justo aquello que desearíamos olvidar a toda costa. Escribir es disfrazar las cosas para poder ver su rostro real.
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
Los silencios se parecen aún menos que la manera de hablar; basta con oír a una persona estar callada para saber mucho sobre ella.
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Humo de José Ovejero
El niño duerme con la cabeza apoyada contra mi costado. No comeremos carne, no nos saciaremos. Puede que renunciar al ternero sea una renuncia a sobrevivir. Y sin embargo respiro tranquila, en paz. Elegir lo que no es razonable, ceder a un capricho, aunque no sea el mío, me hace sentirme dueña de mi vida. No es algo que pueda decir muchas veces
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
Escribir es rememorar justo aquello que desearíamos olvidar a toda costa. Escribir es disfrazar las cosas para poder ver su rostro real.
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Vibración de José Ovejero
El mundo está lleno de voces y el viento las zarandea de un lado para otro.
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
Pero lo que pasa es que yo sí soy de izquierdas, de izquierdas de verdad, y me parece que gastarse esa pasta en zapatos es indecente, aunque también vivo en una casa que no todo el mundo podría pagarse y con una terraza que si la veis os morís de envidia, y aquí me tenéis, tan contento tomándome una cerveza en la terraza. Lo de ser de izquierdas es una contradicción permanente. A mí me gustaría mucho ser de derechas porque eso te permite estar de acuerdo todo el rato contigo mismo y te desgasta menos que estar obligado a pensar las cosas y juzgarte, y criticarte, y esperar que nadie critique tu incoherencia; bueno, ya me entendéis.
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
A mí la realidad se me pega a la piel; yo sí me siento culpable, soy testigo y verdugo, soy consciente, un ojo insomne, un ojo sin párpados, pero no por voluntad de saber y conocer, no por un encomiable impulso ético, sino que a menudo lo vivo como un defecto que desearía reparar, un fallo en el motor, que detiene mi marcha.
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Mientras estamos muertos de José Ovejero
Más de una vez he escrito sobre el leve pinchazo de dolor que provocan las fotos antiguas de gente que sabemos muerta, cuyas sonrisas para la cámara se han desvanecido para siempre, parejas que se abrazan felices, una madre con un niño de la mano –y los dos están ya muertos–, ancianos que habrán mirado perplejos su propia fotografía preguntándose en qué momento cambiaron tanto.
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Humo de José Ovejero
No me detengo ni un momento. Mis botas pisan con firmeza, mis pasos son amplios, decididos. Mi respiración ahora es vigorosa. Camino. Camino incansable. Libre. Salvaje. Herida.
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Vibración de José Ovejero
Estaba tan cansada de llevar el peso. De consolar. De parecer tranquila y firme. De estar todo el rato presente.
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Vibración de José Ovejero
[…] la escena hablaba de un mundo al que no había pertenecido, al mundo imaginario de la vida antes de uno.
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Vibración de José Ovejero
Qué poca gente lee la letra pequeña del matrimonio. Obligaciones, compromisos, deudas, que se contraen al firmar con un sí, quiero.
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Vibración de José Ovejero
La cama era de metal, con filigranas floreadas en el cabecero, un camastro de otra época, de gente que no conocía Ikea ni había oído hablar de diseño.
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Vibración de José Ovejero
Si la Luna influye en las mareas, cómo no va a influir en tu cuerpo, también lleno de líquido.
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Vibración de José Ovejero
[…] el dormitorio está en un extremo del pasillo y el salón en el otro. Son apenas diez metros, que le despiertan la tristeza y también la rabia hacia un cuerpo que le traiciona y le revela su fragilidad despreciable.
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Vibración de José Ovejero
Esa noche dejé de confiar. En la responsabilidad de los adultos. En la amistad. En que el mundo era un lugar seguro para un niño como yo.
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¿Con qué frase empieza esta novela?