Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
La vida tiene estas cosas -pensó el carpintero- y ofrece estas oportunidades de venganza que uno puede o no aprovechar.
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
La vida tiene estas cosas -pensó el carpintero- y ofrece estas oportunidades de venganza que uno puede o no aprovechar.
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
Hay ocasiones en que hablamos demasiado, cuando en realidad deberíamos comprender a quienes tenemos cerca con solo mirarlos.
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
pero juzguen los hombres los designios de los hombres, y los dioses los de los dioses, y que nadie ose dictar sentencias desde la cómoda suavidad de su sillón...
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Lágrimas de oro de José Luis Gil Soto
Ni el hambre, ni los años, ni el mismísimo Diablo que viniese podría con vos.
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
Era la confirmación de que los dioses no permiten vivir placenteramente durante demasiado tiempo y que su ira se vierte con idéntica furia tanto si los humanos abrazan el mal como si experimentan demasiado gozo
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
La peor de las guerras es la que se libra entre las gentes del mismo reino
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Si yo te contara de José Luis Gil Soto
Era como si en una partida de ajedrez él moviese una pieza y el contrincante, en su turno, moviese cuatro
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
Hay cosas que suceden porque han de suceder y no merece la pena detenerse a pensar que pasara el día en que esa sucesión mágica se rompa. Y tal vez, por esa tendencia natural del hombre a pensar que lo que ha sido siempre, siempre seguirá siendo, crecía el desconcierto en cada uno de ellos sin que ninguno se atreviese a manifestarlo para no alarmar al prójimo.
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Colina De Las Piedras Blancas,La ) de José Luis Gil Soto
Sucedió en septiembre del año del Señor de mil quinientos ochenta y ocho, fecha en la que miles de casas se vistieron de luto en España, pues no hubo hogar, ya fuese noble o plebeyo, que no tuviese que lamentar la muerte de uno de los suyos. Y yo no puedo olvidarlo, pues fui testigo de todo ello, lo vi con mis propios ojos, me martiricé con los gritos de mis compañeros, padecí frío, hambre, golpes y miseria; y lo llevo grabado en la memoria por siempre...
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Si yo te contara de José Luis Gil Soto
Eran los restos de una metamorfosis a la fuerza, obligada por las circunstancias y la vida en que le había tocado desenvolverse.
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Lágrimas de oro de José Luis Gil Soto
Todos cuántos habitan en estas tierras son ya vasallos del Emperador y como a tales se les han de aplicar las leyes.
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Lágrimas de oro de José Luis Gil Soto
El Inca había caído al suelo y se había golpeado, lo cual era tan insólito cómo decir que el Sol se había precipitado sobre la tierra porque alguien había conseguido doblegarlo.
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Lágrimas de oro de José Luis Gil Soto
Era urbanita. Nada le confortaba más que saberse entre miles de personas y caminar por donde la huella humana evidenciaba su existencia.
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Lágrimas de oro de José Luis Gil Soto
Le brillaban aquellos ojos vivos y oscuros que siempre le daban un aire de soldado terrible.
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Madera de savia azul de José Luis Gil Soto
“Voy a contarte una historia porque, aunque te ha sido ocultada desde siempre, esta historia es también tu propia vida”
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?