El corazón de Inglaterra de Jonathan Coe
El tema sobre el que no se podía, no había que discutir. El tema que dividía más que ningún otro a la gente, porque sacarlo a la palestra suponía rasgarte las vestiduras y rasgárselas a tu interlocutor para obligarse a mirarse a los ojos en pelota picada, a calzón quitado y sin posibilidad alguna de escurrir el bulto. [...] podían vivir una junto a la otra en el mismo país, pero al mismo tiempo habitaban universos diferentes, y estos universos estaban separados por un muro, altísimo e indestructible, un muro levantado a base de miedo, suspicacias y —tal vez— incluso algo de esas cualidades tan propias de la particular idiosincrasia inglesa: el pudor y la vergüenza.
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