Gin Fizz de Jane Kelder
-Te veo más contenta, Liv. Espero que Jack te devuelva el entusiasmo que te ha quitado Hancock. -Por suerte, son dos hombres muy distintos -afirmó convencida. |
Gin Fizz de Jane Kelder
-Te veo más contenta, Liv. Espero que Jack te devuelva el entusiasmo que te ha quitado Hancock. -Por suerte, son dos hombres muy distintos -afirmó convencida. |
Gin Fizz de Jane Kelder
-No tenemos una relación, Prudence, ya sabes de qué va la historia. -Claro que lo sé, es una historia universal. Chico conoce chica, chica conoce chico, al chico le gusta la chica... -Prudence.... -No, si a mí ya me va bien. Nunca me habían enviado tantos ramos de flores. |
Gin Fizz de Jane Kelder
-Pues échale un vistazo a lo que yo le presento y, si efectivamente piensa que el otro es mejor, recháceme. Sé perder, pero no sé quedarme sin luchar.
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La casa de las flores muertas de Jane Kelder
Hay gente tan racional en su juicio que se olvida de ser razonable.
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Adagio en primavera de Jane Kelder
Aunque se la sabía de memoria, Elizabeth procuraba no quitar la vista de la partitura, consciente como era de que Dankworth había dejado de observar a las niñas para mirarla a ella. Él estaba ligeramente reclinado sobre una mesa y parecía embelesado ante esa contemplación. La joven, sin embargo, iba notando progresivamente un calor que la aturdía y deseaba que aquel momento acabara pronto al tiempo que luchaba por sobreponerse.
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Adagio en primavera de Jane Kelder
Cuando ella se presentó en Desley Abbey, con las mejillas sonrosadas por el ejercicio y preocupada por el castigo que suponía la esperaba a su hermano, le sorprendió gratamente su valor .En esos momentos, no se sintió ofendido por los prejuicios de ella, sino que le pareció una situación graciosa y celebró que el malentendido la hubiera llevado hasta allí. |
La casa de las flores muertas de Jane Kelder
Se acercó al caballo y, ensimismada, no se dio cuenta de que Tash le ofrecía la mano para ayudarla a montar. Cayó en la cuenta de que no llevaba guante cuando sintió el contacto de su piel. Un hormigueo le recorrió el cuerpo y lo miró incómoda, pero no podía reprocharle su propio olvido de llevar la mano descubierta. Él también la miraba, pero ella no sabía traducir la expresión de sus ojos. Ambos soltaron la mano a la vez, como si no notaran la falta de recato de aquel esto instantes después de haber permanecido en contacto durante unos segundos. Un nerviosismo extraño se apoderó de Julia. Tash, por el contrario, pareció empañado por la tristeza, pero se repuso al momento.
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El parasol francés de Jane Kelder
—(…) SI alguna vez tiene hijos o nietos… Bueno, supongo que usted ya no espera tener descendencia. La considero lo suficientemente prudente como para no tener ese tipo de fantasías. Es cierto que alguna vez una institutriz ha logrado casarse con un viudo adinerado, pero usted está a mi servicio y yo no le voy a hacer ninguna proposición matrimonial. Lady Kerrington era consciente de lo ofensivo de sus palabras, pero no por eso se moderó. |
Gregorio Samsa es un ...