Dublineses de James Joyce
No te preocupes por eso, Jack - dijo Mr. Henchy -, que mejores gentes que tú han bebido a pico antes.
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Dublineses de James Joyce
No te preocupes por eso, Jack - dijo Mr. Henchy -, que mejores gentes que tú han bebido a pico antes.
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Dublineses de James Joyce
Un ser humano parecía haberlo amado y él le negó la felicidad y la vida: la sentenció a la ignominia y a morir de vergüenza
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Dublineses de James Joyce
Por momentos creyó sentir su voz rozar su oído, su mano tocando la suya. Se detuvo a escuchar. ¿Por qué le había negado a ella la vida? ¿Por qué la condenó a muerte? Sintió que su existencia moral se hacía pedazos.
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Dublineses de James Joyce
Ahora que se había ido ella para siempre entendió lo solitaria que debía haber sido su vida, sentada noche tras noche, sola, en aquel cuarto. Su vida sería igual de solitaria hasta que, él también, muriera, dejara de existir, se volviera un recuerdo - si es que alguien lo recordaba.
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Dublineses de James Joyce
El amor entre hombre y hombre es imposible porque no debe haber comercio sexual, y la amistad entre hombre y mujer es imposible porque debe haber comercio sexual.
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Dublineses de James Joyce
Ninguno de los dos había tenido antes una aventura y no parecían conscientes de ninguna incongruencia. Poco a poco sus pensamientos se ligaron a los de ella. Le prestaba libros, la proveía de ideas, compartía con ella su vida intelectual. Ella era todo oídos. En ocasiones, como retribución a sus teorías, ella le confiaba datos sobre su vida. Con solicitud casi maternal ella lo urgió a que le abriera su naturaleza de par en par; se volvió su confesora.
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Dublineses de James Joyce
Había eliminado aquél a su esposa tan francamente de su elenco de placeres que no sospechaba que alguien pudiera interesarse en ella.
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Dublineses de James Joyce
Su esposa era una mujercita de cara afilada que maltrataba a su esposo si estaba sobrio y era maltratada por éste si estaba borracho.
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Dublineses de James Joyce
Maldijo a todos y a todo. Estaba liquidado en la oficina, había empeñado el reloj y gastado todo el dinero; y ni siquiera se había emborrachado. Empezó a sentir sed de nuevo y deseó regresar al caldeado pub.
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Dublineses de James Joyce
Los amigos le pidieron que hiciera su versión del cuento y él al hizo con mucha vivacidad, ya que la visión de cinco whiskys calientes es muy estimulante.
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Dublineses de James Joyce
Sintió en lo vivo el contraste entre su vida y la de su amigo, y le pareció injusto. Gallaher estaba por debajo suyo en cuanto a cuna y cultura. Sabía que podía hacer cualquier cosa mejor que lo hacía o lo haría nunca su amigo, algo superior al mero periodismo pedestre, con tal de que le dieran una oportunidad. ¿Qué se interponía en su camino? ¡Su maldita timidez!
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Dublineses de James Joyce
No había duda de ello: si uno quería tener éxito tenía que largarse. No había nada que hacer en Dublín.
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Dublineses de James Joyce
Contemplaba aquella escena y pensaba en la vida; y (como ocurría siempre que pensaba en la vida) se entristeció.
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Dublineses de James Joyce
No podía decidir si debía amarla o despreciarla por lo que hizo. Claro que él también tomó su parte. Su instinto lo compelía a mantenerse libre, a no casarse. Se decía, el que se casa, se desgracia.
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Dublineses de James Joyce
Quizá todavía podría acomodarse en un rincón y vivir feliz, con tal de que encontrara una muchacha buena y simple que tuviera lo suyo.
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Dublineses de James Joyce
Estaba cansado de dar tumbos, de halarle el rabo al diablo, de intrigas y picardías. En noviembre cumpliría treinta y un años. ¿No iba a conseguir nunca un buen trabajo? ¿No tendría jamás casa propia? Pensó lo agradable que sería tener un buen fuego al que arrimarse y sentarse a una buena mesa. Ya había caminado bastante por esas calles con amigos y con amigas. Sabía bien lo que valían esos amigos: también conocía bastante a las mujeres.
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Dublineses de James Joyce
Sus ojos no tuvieron para él ni un vestigio de amor o de adiós o de reconocimiento.
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Dublineses de James Joyce
Mientras rememoraba, la lastimosa imagen de su madre la tocó en lo más vivo de su ser (una vida entera de sacrificio cotidiano para acabar en la locura total)
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Dublineses de James Joyce
El trabajo era duro (la vida era dura), pero ahora que estaba a punto de partir no encontraba que su vida dejara tanto que desear.
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¿Con qué frase empieza esta novela?