Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Al final me dio un rápido abrazo, luego sonrió y, arisca como siempre, se dio la vuelta para sumergirse en el viejo libro que llevaba.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Al final me dio un rápido abrazo, luego sonrió y, arisca como siempre, se dio la vuelta para sumergirse en el viejo libro que llevaba.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
(...) entonces reconocí a ese niño delgado y rapado, al Pelón, estaba agradecido porque al final sí lo acompañaría a su última aventura, a su gran escape, al final.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
(...) hablaban en voz baja, pero yo usé esa técnica que conocía tan bien: poner una expresión ausente, pero oír todo con el estómago duro.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
—Con cuidado, me lastimas. —¡Dios! (...) no soportas tantito alcohol en una herida. —Y tú te haces la muda, pero cuando hablas pareces merolico —¿Merolico? —Es una palabra que usa mi mamá—respondí y me encogí de hombros. De pronto estallamos en carcajadas. Se sentía bien, y también raro, reír por algo que nos avergonzaba tanto. |
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Por la ventana redonda vislumbré un punto blanco, que poco a poco tomó la forma de rombo, era un papalote, un cometa blanco con su rabo de moños de papel. Flotaba con suavidad, montado en una corriente. Suspiré, ojalá pudiera hacer lo mismo, escapar, irme lejos de todo lo malo del mundo.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Sé que fue lo correcto, pero no entendía por qué a veces hacer lo correcto dejaba una sensación de dolor.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Lo malo de compartir un secreto es que la curiosidad, en lugar de extinguirse, crece como un incendio.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Tantas alabanzas rodaron hacia mí como un alud de piedras picudas.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Cada vez me caía mejor mi amigo. Estaba lleno de sorpresas. Además, estar con él me distraía de todos los problemas que tenía sin resolver en mi vida. No quería quedarme solo, me daba miedo. Yo me daba miedo.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
—Bueno, pero ya regresa, que te extraño, aunque te encierres todo el día en tu cuarto. Se me hizo un nudo en el pecho. Me limpié las lágrimas. |
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Sonreí, era mi hermana. —¡Qué onda, chaparra! —No me digas así, mi tamaño es por la edad— repuso seria. |
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
(...) me puse a llorar. Sentí que no podía respirar, me faltaba aire. Tuve miedo de sufrir uno de esos ataques que hacían que mis pulmones se quedaran sin aire, odiaba cuando sucedía eso. Entonces comenzó a llover, pero era una lluvia muy fina, faltaban años para que conociera el nombre de esa bruma húmeda. Y con los últimos rayos de sol se formaron diminutos arcoíris, flotaban entre los árboles, en la carretera, algunos casi al alcance de la mano. Dejé de llorar. Era bueno tener algo así en ese momento. Fue un regalo. |
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Hasta ese instante me di cuenta de que la tenía sostenida de la muñeca. La liberé, y por un instante fueron visibles las huellas de mis dedos en su piel.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Escuché frases y palabras sueltas, cada vez más duras. (...) Yo seguí jugando como si no oyera nada, pero todos los niños aprenden a jugar así. Lo hacen con el estómago duro y los puños apretados.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
—(...) Además, cuando das, recibes más, aunque no lo veas. Me pareció absurdo, ¿recibir algo que no se ve? ¿Para qué servía eso? |
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Ese día papá estaba muy contento, tenía esa alegría que a veces me daba miedo porque no sabía dónde podía parar.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
La primera vez que lo hice, el dolor me dio miedo, pero luego descubrí que también aturdía, como una ola, tan poderosa, que arrastraba las demás preocupaciones hasta barrerlas de mi cabeza. Y después solo quedaba la calma.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
En la pierna derecha ya tenía dos cicatrices, cada una de ellas significaba un día triste en mi vida, eran como huellas de una batalla. Saqué los pañuelos, el cúter. Una parte de mí me decía que estaba mal, pero otra me decía que me sentiría mejor. (...) Sentía tanta rabia y tristeza que quería gritar.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
—¡Estoy enamorado! Eso hacen los que aman, pelean por su amor— mi dignidad era superior a mi sentido del ridículo, lo sé—.
|
Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
Nuestra relación sería como un cuaderno de hojas limpias, donde solo cabrían buenas cosas.
|
Gregorio Samsa es un ...