Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
—Con cuidado, me lastimas. —¡Dios! (...) no soportas tantito alcohol en una herida. —Y tú te haces la muda, pero cuando hablas pareces merolico —¿Merolico? —Es una palabra que usa mi mamá—respondí y me encogí de hombros. De pronto estallamos en carcajadas. Se sentía bien, y también raro, reír por algo que nos avergonzaba tanto. |