Los fantasmas de Fernando de Jaime Alfonso Sandoval
(...) me puse a llorar. Sentí que no podía respirar, me faltaba aire. Tuve miedo de sufrir uno de esos ataques que hacían que mis pulmones se quedaran sin aire, odiaba cuando sucedía eso. Entonces comenzó a llover, pero era una lluvia muy fina, faltaban años para que conociera el nombre de esa bruma húmeda. Y con los últimos rayos de sol se formaron diminutos arcoíris, flotaban entre los árboles, en la carretera, algunos casi al alcance de la mano. Dejé de llorar. Era bueno tener algo así en ese momento. Fue un regalo. |