Isabella Marín

Cris, échame el aliento ―me pide, de lo más serio. Me desinflo como un balón. ―Que no, coño. Que estoy sobria. Bueno, más o menos. Verás, Jaimito. Resulta que, mientras él me pedía matrimonio, de rodillas, fue muy emocionante, tenías que haberlo visto, he comprendido que, en realidad, te quiero a ti. Me ha sorprendido un poco, porque eres un capullo insufrible y me impones normas ridículas y me obligas a ver campeonatos de ajedrez del año catapum y a limpiar el baño como si estuviéramos esperando una inspección sanitaria, pero da igual, porque te quiero. A pesar de tus manías, de mí misma, de tu inferioridad social y… ―¿Estás parafraseando a Mister Darcy? Ay, se me había olvidado que este leía a Jane Austen en los recreos. Con tantos novios es normal que me haga líos. ―

La vida está llena de elecciones y, a veces, tomamos las decisiones equivocadas. Incluso cuando tomamos las acertadas puede que las cosas no salgan siempre como queremos.

“Primero hay que perderse, para encontrarse a uno mismo”

El amor es… un puto desastre. Inesperado, exasperante, ¡inoportuno la mayoría de las veces! ¿Cómo va a ser perfecto algo que te consume el alma?

Este tío había cortado conmigo después de dos años de relación, así que el milhojas me lo quedaba yo en concepto de daños morales

Tiene sus defectillos, como todo el mundo, pero de repente eso ya no te importa tanto, porque solo te fijas en lo bueno

No voy a engañarme. Esto es mucho más que un beso. Es el comienzo de algo y, al mismo tiempo, el fin de todo lo demás

Siempre seremos tú y yo contra el mundo. Contracorriente. Contra todo lo demás.

Max y yo éramos iguales. Fuego y pasión. Caos y oscuridad. Pero ¿qué es lo que necesita el fuego, más fuego para que lo descontrole, o hielo para que lo sosiegue?

Es esperanzador que en un mundo en que todo parece de un uso único (incluido el amor), todavía haya algo que perdure, que venza el cruel paso del tiempo.