Semanas de siete martes de Dona Ter
Me pregunté si nosotros también seríamos algo destinado a suceder. Hacía solo cuarenta y ocho horas de nuestro primer beso, y yo ya me planteaba un futuro con él. Hasta los virus tardan más en incubarse. Era de locos. Pero qué bonita era aquella locura y qué bien me sentaba.
|